Desde hace demasiados años la izquierda democrática latinoamericana debate en silencio que posición tomar frente a la Revolución cubana. Hay excepciones, como en todo, pero una marcada mayoría no emite palabra sobre la cuestión. Cuba parece haberse convertido en un tema imposible de abordar, sin caer en maniqueísmos falaces. Una serie de paradojas parecen obturar esa discusión: ¿cómo rescatar los logros del largo gobierno de Fidel Castro sin condenar su estructura totalitaria? ¿Cómo encontrar una vía crítica, sin caer en la impugnación total, propia de las corrientes más conservadoras? ¿Es posible establecer tales diferencias? Al cabo del tiempo, estas preguntas sin respuesta terminaron por inmunizar a Cuba. La dificultad de defender al régimen terminó produciendo una abstención de la opinión. Al mismo tiempo, los lugares comunes para denostarlo y para defenderlo hacen que cada discusión sea de antemano una caricatura. Sin desmontar esos lugares comunes es imposible avanzar en una reflexión seria. Esa es la tarea que se propone Claudia Hilb con Silencio, Cuba, probablemente uno de los ensayos más lúcidos que se escribieron sobre Cuba hasta hoy. Analiza la revolución en cada una de sus facetas, desde sus inicios hasta nuestros días, y demuestra que los promocionados logros en, por ejemplo, la salud y la educación, no son separables de las políticas totalitarias llevadas adelante por Fidel Castro. Y desarma la trampa en la que suele caer gran parte de la izquierda; aquella que podría resumirse en un" Sí, pero..."; la formula que permite rescatar aspectos de la Revolución, y dejar para más tarde, o en un cono de sombras, su naturaleza dictatorial.
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