El título del libro ya explica, en cierto modo, su contenido. No pretendemos abarcar todos los misterios de la vida de Cristo, sino detenernos en el misterio pascual: en su Pasión, Muerte y Resurrección. Misterio ya anticipado, celebrado y prolongado en la Eucaristía.
El misterio pascual nos lleva a una profundización en el cristocentrismo. La Iglesia, desde sus orígenes, ha predicado a Cristo como Camino, Verdad y Vida. La espiritualidad se ha mantenido sólida y fuerte sobre esta base en el decurso de los siglos. Cristo criterio, centro y modelo de la vida y del actuar.
El cristocentrismo se explicita y adquiere medidas más humanas a través de la devoción al Sagrado Corazón. No son realidades diversas. Dado que el Verbo se hizo carne y asumió una verdadera humanidad, no sólo se puede «pintar la faz humana de Jesús», sino que Él mismo nos ha mostrado los rasgos de su propio cuerpo humano, marcado por las huellas de su misterio pascual.
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