La idea de un continente poblado de faunos, sátiros, centauros, dríadas y ninfas resultaba absurda; un continente ubicado en un lugar tectónicamente imposible, en el que la magia funcionaba y las plegarias a los dioses recibían respuesta, si bien no siempre la esperada; un lugar en el que las brújulas perdían el norte, los relojes se paraban y los microprocesadores se convertían en un trozo inerte de silicio; donde la electricidad no era más que el nombre que se le daba al ámbar. Un lugar que, sencillamente, no debería existir.
Pero ¿qué pasa cuando, pese a todo, existe? ¿Qué ocurre cuando, de pronto, la Atlántida aparece en mitad del Atlántico y toda nuestra concepción del mundo es puesta prueba? ¿Qué sucede en un universo regido por dos concepciones totalmente opuestas, la magia y la tecnología, y que sin embargo parecen capaces de funcionar a la vez?
Pero ¿qué pasa cuando, pese a todo, existe? ¿Qué ocurre cuando, de pronto, la Atlántida aparece en mitad del Atlántico y toda nuestra concepción del mundo es puesta prueba? ¿Qué sucede en un universo regido por dos concepciones totalmente opuestas, la magia y la tecnología, y que sin embargo parecen capaces de funcionar a la vez?