Trescientas noches de insomnio intermitente fraguaron este libro que ahora sostienes. Si a ello le añadimos una atormentada existencia y lo aderezamos con una pizca de ilusiones truncadas, da como resultado una puerta con tres palabras en su anverso. Deo Non Fortuna. Sólo esas tres bastan para abrirnos el camino de lo que pudo ser; de lo que quisimos y lo que realmente necesitamos.
El camino de los deseos es complicado, exclama uno de los personajes principales. A veces no averiguamos realmente lo que queremos hasta haber pasado por un interminable calvario de fracasos y desilusiones, pero ese es al fin y al cabo el camino de la vida. Es a nosotros, tristes actores, a los que nos toca darle forma con nuestras interpretaciones.
Deo Non Fortuna es en definitiva la historia de nuestras reflexiones. Los vicios, que empeñados en omitir, expresamos a veces sin palabras, cuando la adversidad nos corroe por dentro. ¿Y si... ? ¿Por qué no...? Son estas preguntas el comienzo. La mayoría de veces quedan en eso. Solo preguntas. Pero a veces las semillas florecen.
Vamos, anímate a pedir un deseo...
El camino de los deseos es complicado, exclama uno de los personajes principales. A veces no averiguamos realmente lo que queremos hasta haber pasado por un interminable calvario de fracasos y desilusiones, pero ese es al fin y al cabo el camino de la vida. Es a nosotros, tristes actores, a los que nos toca darle forma con nuestras interpretaciones.
Deo Non Fortuna es en definitiva la historia de nuestras reflexiones. Los vicios, que empeñados en omitir, expresamos a veces sin palabras, cuando la adversidad nos corroe por dentro. ¿Y si... ? ¿Por qué no...? Son estas preguntas el comienzo. La mayoría de veces quedan en eso. Solo preguntas. Pero a veces las semillas florecen.
Vamos, anímate a pedir un deseo...