Relatos nacidos de la imaginación, pero ligados a la realidad de cada época en que fueron escritos, reflejan lo mismo los temores a una guerra nuclear, vivida en todo el mundo desde la década de los años cincuentas, también los ideales con respecto a la búsqueda del eterno amor y de la paz, tanto a nivel mundial, como familiar. Son relatos de ayer, de hoy, de mañana y de siempre, tamizados por el talento, el verbo exacto y la fascinación de lo intangible. Anticipación de atmósferas, ironía sobre las ambiciones humanas, las relaciones familiares y los mundos futuros o imaginarios. Del Río toca los puntos neurálgicos de nuestra dolida Humanidad, sueña por nosotros las pesadillas y al anticiparlas las conjura, para deshacerlas hilo a hilo o simplemente ponerlas ante nuestros ojos a modo de denuncia.
El libro está dividido en dos secciones: Los cuentos premonitorios que tocan distintos niveles de irrealidad, ficción científica que cada día se vuelve más actual:
El primero "Un cuento" introduce la ficción a manera de prefacio, le siguen los viajes interplanetarios, con "Venus", "Estrella" y "La lluvia", donde se discute sobre el amor, la guerra, los ideales, para cerrar la sección con la traslación del tiempo, como advertencia para el presente.
En la segunda sección, la autora vuelve los ojos al planeta Tierra, para lanzar una mirada escrutadora a las dimensiones transreales: al preguntarse, por ejemplo, en" El mensaje": ¿Cuál es la frontera entre el Arte y la Vida?, ¿entre laMuerte y el Sueño?, ¿Entre la realidad de la Palabra escrita y la Palabra nunca pronunciada? Y en los cuentos que le siguen, se suceden las interrogantes y las denuncias: La manipulación humana de lo inefable, lo inescrutable y lo metafísico, en "El urdilo". La reacción humana de fría crueldad ante lel Ser Diferente, en "El monstruo". Las pesadillas disfrazadas de sueños paradisíacos que producen la angustia, la pobreza y el desamparo, en "La cama". El afloramiento del inconsciente, durante el impasse de la impotencia, en "Viaje al exterior". El desamor, menos justificable, de la indiferencia familiar, ante la muerte del “Otro”, en "Pidiendo posada" y, finalmente, la ceguera humana antes y después del nacimiento, siempre tratando de responder la imperecedera pregunta incontestable: ¿Qué me espera “más allá” de la vida, de la muerte, de la esperanza?, en "El Gigante". Símbolos, mitos, cuestionamientos que todos nos hacemos, un día u otro.
René Avilés Fabila, en su prólogo a la antología "Tintas de fuego", se refiere a tres de estos cuentos, incluidos en dicha antología:
“Marcela del Río, como de costrumbre, escribe muy trabajadas historias, donde los personajes se salen de lo común. Mezcla los mitos y con maestría elabora relatos magníficos que no desmerecen ante sus novelas y obras de teatro, géneros donde Marcela ha brillado históricamente. “Venus”, “Estrella” y “El urdilo” son tres obras maestras admirables. Como todo lo suyo.”
El libro está dividido en dos secciones: Los cuentos premonitorios que tocan distintos niveles de irrealidad, ficción científica que cada día se vuelve más actual:
El primero "Un cuento" introduce la ficción a manera de prefacio, le siguen los viajes interplanetarios, con "Venus", "Estrella" y "La lluvia", donde se discute sobre el amor, la guerra, los ideales, para cerrar la sección con la traslación del tiempo, como advertencia para el presente.
En la segunda sección, la autora vuelve los ojos al planeta Tierra, para lanzar una mirada escrutadora a las dimensiones transreales: al preguntarse, por ejemplo, en" El mensaje": ¿Cuál es la frontera entre el Arte y la Vida?, ¿entre laMuerte y el Sueño?, ¿Entre la realidad de la Palabra escrita y la Palabra nunca pronunciada? Y en los cuentos que le siguen, se suceden las interrogantes y las denuncias: La manipulación humana de lo inefable, lo inescrutable y lo metafísico, en "El urdilo". La reacción humana de fría crueldad ante lel Ser Diferente, en "El monstruo". Las pesadillas disfrazadas de sueños paradisíacos que producen la angustia, la pobreza y el desamparo, en "La cama". El afloramiento del inconsciente, durante el impasse de la impotencia, en "Viaje al exterior". El desamor, menos justificable, de la indiferencia familiar, ante la muerte del “Otro”, en "Pidiendo posada" y, finalmente, la ceguera humana antes y después del nacimiento, siempre tratando de responder la imperecedera pregunta incontestable: ¿Qué me espera “más allá” de la vida, de la muerte, de la esperanza?, en "El Gigante". Símbolos, mitos, cuestionamientos que todos nos hacemos, un día u otro.
René Avilés Fabila, en su prólogo a la antología "Tintas de fuego", se refiere a tres de estos cuentos, incluidos en dicha antología:
“Marcela del Río, como de costrumbre, escribe muy trabajadas historias, donde los personajes se salen de lo común. Mezcla los mitos y con maestría elabora relatos magníficos que no desmerecen ante sus novelas y obras de teatro, géneros donde Marcela ha brillado históricamente. “Venus”, “Estrella” y “El urdilo” son tres obras maestras admirables. Como todo lo suyo.”