No existen malas historias... solo malos narradores.
El ser humano siente la necesidad de contar, escuchar y leer historias, dejar volar la imaginación por mundos lo más alejados posibles de la rutina cotidiana.
Aquel que lee y disfruta de la fantasía en cualquiera de sus formas, alimenta su alma tanto como su mente, pues ¿qué es el alma si no la definición última de la fantasía?
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