«El mal sueño había regresado y me atormentaba cada vez con mayor frecuencia. La ola se tornó escarlata, como si llevara diluida la sangre de millares de seres vivos. Y en el instante en que se abatía sobre mí, un enorme ojo de cetáceo rasgó el agua para sondear mi alma.
Cuando desperté, estaba abrazado al guardia, con mi puño en su abultado estómago y un líquido viscoso y repugnantemente cálido se derramaba sobre la empuñadura de mi daga».
El Censor de Glastonbide escucha en su cabeza el rumor del mar cada vez que algo terrible está a punto de sucederle.
Tras una fatídica cadena de desastres cuyo primer eslabón es Avaniera, una indomable pelirroja capaz de hurgar en su mente, el Censor se ve arrastrado a un éxodo lleno de aventuras, islas salvajes, leviatanes y animales fantásticos.
Una odisea en la que, enfrentado a su destino, busca recuperar la libertad perdida y hallar fugaces huellas que le lleven de vuelta a sus orígenes, al hogar, si es que queda algún sitio al que regresar.
Cuando desperté, estaba abrazado al guardia, con mi puño en su abultado estómago y un líquido viscoso y repugnantemente cálido se derramaba sobre la empuñadura de mi daga».
El Censor de Glastonbide escucha en su cabeza el rumor del mar cada vez que algo terrible está a punto de sucederle.
Tras una fatídica cadena de desastres cuyo primer eslabón es Avaniera, una indomable pelirroja capaz de hurgar en su mente, el Censor se ve arrastrado a un éxodo lleno de aventuras, islas salvajes, leviatanes y animales fantásticos.
Una odisea en la que, enfrentado a su destino, busca recuperar la libertad perdida y hallar fugaces huellas que le lleven de vuelta a sus orígenes, al hogar, si es que queda algún sitio al que regresar.