«Como un depredador paciente, un detonador inestable, un monstruo que permanece en mansedumbre hasta que el hambre desata sus instintos más salvajes.
La verdad, horrible si me detenía dos segundos a pensar en ella, era que realmente estaba sentada junto a un monstruo oculto bajo una piel humana.»
Desde los últimos años de su niñez, Estela vive sus días junto a la inamovible presencia de un monstruo. Bajo la apariencia de una mujer corriente, Ontromus mantiene oculta su existencia con la ayuda de la joven, la cual halla en ella el apoyo y consuelo del que carece en otros ámbitos de su vida. Pero, por encima de esta mutua necesidad, existe algo que las mantiene unidas; un lazo fuerte y oscuro que va más allá del simple afecto. Estela conoce la cara aterradora de Ontromus, la faceta que hace de ella el monstruo que dice ser. Y en su interior comprende que, vaya donde vaya, jamás podrá escapar de los ojos acechadores de la bestia. ¿Acaso podría zafarse de ese juego macabro en el que Ella conoce todas las cartas y cortar los hilos que la mantienen danzando a merced de sus manos?
La verdad, horrible si me detenía dos segundos a pensar en ella, era que realmente estaba sentada junto a un monstruo oculto bajo una piel humana.»
Desde los últimos años de su niñez, Estela vive sus días junto a la inamovible presencia de un monstruo. Bajo la apariencia de una mujer corriente, Ontromus mantiene oculta su existencia con la ayuda de la joven, la cual halla en ella el apoyo y consuelo del que carece en otros ámbitos de su vida. Pero, por encima de esta mutua necesidad, existe algo que las mantiene unidas; un lazo fuerte y oscuro que va más allá del simple afecto. Estela conoce la cara aterradora de Ontromus, la faceta que hace de ella el monstruo que dice ser. Y en su interior comprende que, vaya donde vaya, jamás podrá escapar de los ojos acechadores de la bestia. ¿Acaso podría zafarse de ese juego macabro en el que Ella conoce todas las cartas y cortar los hilos que la mantienen danzando a merced de sus manos?