Esta no es, desde luego, una historia cualquiera. Una de los numerosos relatos de carreras, aventuras y viajes que uno puede encontrar a doquier. Lo primero por la persona que ocupa el centro de la misma, un corredor de largas distancias (antes campeón universitario de cross). Pero también por su extenso currículo, ganado a pulso, así como por ser hijo de una persona que es tenida por el padre espiritual y material del ultrafondo en España, José Antonio Soto Rojas, miembro vitalicio de la IAU y otrora precursor y excelso promotor en nuestro país de la tan desconocida ultradistancia. Artífice de numerosas gestas y proezas por todo el mundo, siempre alentado por su esposa Luz María Conde Benito.
Por eso, cuando hablamos de Soto Conde, hay que hacerlo siempre desde la perspectiva de una persona que heredó ese espíritu intrépido de su padre (Ver Los Soto: la leyenda continúa). Pero que tiene una amplia cultura académica y humana. De ahí que para él todas las carreras que corre sean algo más que el mero lugar de celebración, que el trazado o su circuito. Es un gran observador de todo lo que se encuentra a su alrededor. Yo diría que un explorador moderno. Un amante de la historia de todos los lugares por los que pisa; pero no solo repara en los detalles magnánimos, sino que logra penetrar en lo más sensible (en la circunstancia) de todo el trozo de Universo que consigue ver en cada viaje.
Su descripción de las dos grandes últimas pruebas en las que tomó parte es magnífica; yo diría que de un gran valor, al mostrar ante nuestros ojos todo el contexto que rodea a esas dos enormes y peligrosas peripecias. La Ultra Gobi 50 Km (China) y las 50 Millas de Nueva York, en este segundo caso entre la nieve y en los días en que esa ciudad sufrió la segunda mayor tormenta de su historia. Yo les aconsejo que no se pierdan estos dos relatos...
Por eso, cuando hablamos de Soto Conde, hay que hacerlo siempre desde la perspectiva de una persona que heredó ese espíritu intrépido de su padre (Ver Los Soto: la leyenda continúa). Pero que tiene una amplia cultura académica y humana. De ahí que para él todas las carreras que corre sean algo más que el mero lugar de celebración, que el trazado o su circuito. Es un gran observador de todo lo que se encuentra a su alrededor. Yo diría que un explorador moderno. Un amante de la historia de todos los lugares por los que pisa; pero no solo repara en los detalles magnánimos, sino que logra penetrar en lo más sensible (en la circunstancia) de todo el trozo de Universo que consigue ver en cada viaje.
Su descripción de las dos grandes últimas pruebas en las que tomó parte es magnífica; yo diría que de un gran valor, al mostrar ante nuestros ojos todo el contexto que rodea a esas dos enormes y peligrosas peripecias. La Ultra Gobi 50 Km (China) y las 50 Millas de Nueva York, en este segundo caso entre la nieve y en los días en que esa ciudad sufrió la segunda mayor tormenta de su historia. Yo les aconsejo que no se pierdan estos dos relatos...