La existencia de Antonio no era más que un compendio de malas noticias, siempre que pensaba que las cosas podían mejorar, la vida insistía en demostrarle lo contrario. Su hermana estaba muerta y su padre lo quería haciéndola compañía.
Gaeta solo pensaba en ganar sin importar a quién pisoteaba. La madre de Antonio fue su primera víctima, y eso que decía que la amaba, para con sus hijos tampoco había la más mínima piedad.
En esa cama de hospital, con una ceguera total, Antonio no tenía manera de escapar de él. Su padre lo buscaría, él no aceptaría un heredero que no fuera perfecto. El nacimiento de su nieto había convertido a su hijo en algo prescindible. Gaeta tenía vía libre para deshacerse de él, que ni siquiera era un verdadero hombre.
Darío se había ofrecido a ser el abogado y guardián de Antonio mientras duraba el juicio por la custodia de su sobrino. La declaración del joven podía salvar al niño de crecer bajo la oscuridad de su abuelo.
El abogado Darío Trujillo era el enemigo declarado de su padre. A cambio de su ayuda, Antonio le había pedido que lo sacara de su miseria.
Lo que daría Antonio por tener la oportunidad de amar y ser amado. De despertar cada mañana sin esperar un nuevo mal. Pero no se hacía ilusiones, de manos de su abogado y guardián solo podía esperar su odio por ser el hijo de quién era.
Gaeta solo pensaba en ganar sin importar a quién pisoteaba. La madre de Antonio fue su primera víctima, y eso que decía que la amaba, para con sus hijos tampoco había la más mínima piedad.
En esa cama de hospital, con una ceguera total, Antonio no tenía manera de escapar de él. Su padre lo buscaría, él no aceptaría un heredero que no fuera perfecto. El nacimiento de su nieto había convertido a su hijo en algo prescindible. Gaeta tenía vía libre para deshacerse de él, que ni siquiera era un verdadero hombre.
Darío se había ofrecido a ser el abogado y guardián de Antonio mientras duraba el juicio por la custodia de su sobrino. La declaración del joven podía salvar al niño de crecer bajo la oscuridad de su abuelo.
El abogado Darío Trujillo era el enemigo declarado de su padre. A cambio de su ayuda, Antonio le había pedido que lo sacara de su miseria.
Lo que daría Antonio por tener la oportunidad de amar y ser amado. De despertar cada mañana sin esperar un nuevo mal. Pero no se hacía ilusiones, de manos de su abogado y guardián solo podía esperar su odio por ser el hijo de quién era.