Le apretó el pelo al sentir cómo hundía el rostro entre sus pechos, cómo sus brazos la rodeaban buscando el cierre del sujetador sin tirantes que cayó entre ambos. Bajo los pantalones del notario, comenzaba a abultarse la erección promovida por la viagra. Lola gimoteó al sentir su lengua bañando sus senos en saliva. Lo miró con algo cercano a la ternura mientras jugueteaba a apartar el pezón que él se afanaba en succionar antes de reír y dejarle hacer.
En esas estaban cuando sintió un golpe contra el cristal. Se sobresaltó y Luis la abrazó.
— Finge que no está — le pidió él, tirando de una respiración ya acelerada.
— Hazme olvidar que está — pidió Lola, lastimera, suplicante, como si le resultara posible ignorar que un hombre desconocido se la escapaba cascando mirando por la ventanilla del coche.
En esas estaban cuando sintió un golpe contra el cristal. Se sobresaltó y Luis la abrazó.
— Finge que no está — le pidió él, tirando de una respiración ya acelerada.
— Hazme olvidar que está — pidió Lola, lastimera, suplicante, como si le resultara posible ignorar que un hombre desconocido se la escapaba cascando mirando por la ventanilla del coche.