Sorprenden los relatos de “Hotel, Relato a Puertas Cerradas”. Sorprenden por la mezcla que contiene cada relato: de suspenso, audacia en el estilo, elegante erotismo y sobre todo por la capacidad de asombro que la autora María Belén Astori, conserva intacta ante la conducta humana.
Es el mundo visto desde el front desk de un hotel de lujo. Quien lo ve es una mujer, cuyo ojo, como cámara fotográfica registra cada gesto, rasgo, conversación y acción que luego su mente, sus experiencias personales y sobre todo, su imaginación, convierten en relatos que logran condensar en pocas líneas la condición humana. Y es allí, en los Hoteles, ese universo de personas visitantes que cambia día con día, en donde se dan grandes paradojas: La soledad en medio del bullicio. La tristeza en medio del festival, la derrota económica en contextos lujosos, las infidelidades de los fieles, las prisas y carreras de los calmados. Los extraños más entrañables y las pasiones más desapasionadas. Esas de las que alguien dijo que solo queda una enorme tristeza después de haber amado. Allí donde al cerrar la habitación el inquilino hace lo que nadie sabe que hace.
Pero hubo alguien que a partir de ciertas pistas, detalles en la ropa, en la manera de caminar, de hablar y hasta de callar, puede imaginar lo que pasó tras esas puertas.
Es el mundo visto desde el front desk de un hotel de lujo. Quien lo ve es una mujer, cuyo ojo, como cámara fotográfica registra cada gesto, rasgo, conversación y acción que luego su mente, sus experiencias personales y sobre todo, su imaginación, convierten en relatos que logran condensar en pocas líneas la condición humana. Y es allí, en los Hoteles, ese universo de personas visitantes que cambia día con día, en donde se dan grandes paradojas: La soledad en medio del bullicio. La tristeza en medio del festival, la derrota económica en contextos lujosos, las infidelidades de los fieles, las prisas y carreras de los calmados. Los extraños más entrañables y las pasiones más desapasionadas. Esas de las que alguien dijo que solo queda una enorme tristeza después de haber amado. Allí donde al cerrar la habitación el inquilino hace lo que nadie sabe que hace.
Pero hubo alguien que a partir de ciertas pistas, detalles en la ropa, en la manera de caminar, de hablar y hasta de callar, puede imaginar lo que pasó tras esas puertas.