Jen vive en el piso 16 y todas las mañanas se monta en el ascensor con Derek, del piso 14. Son amigos - algo así - pero el potencial de ser algo más está siempre en el ascensor con ellos. Derek no cree que una mujer como Jen vaya a querer salir con un tipo como él. Pero Jen está cansada de esperar que Derek haga una movida. Por lo tanto, decide ocuparse del asunto con sus propias manos - literalmente.
Este es un cuento erótico explícito de aproximadamente 5.700 palabras. Contiene lenguaje gráfico y temas sexuales. Está destinado sólo para adultos que estén interesados en este tipo de material para su visualización en las jurisdicciones donde la venta y el disfrute no infringe las leyes locales.
Extracto:
Luego, ella le echaría la culpa a sus ojos cerrados y su aparente falta de interés por el movimiento impulsivo que hizo.
Cuando las puertas del elevador se abrieron al salón, Jen dirigió su rostro hacia el de Derek, ignorando el fuerte golpeteo en su corazón. Y moviéndose con una confianza que no estaba tan segura de sentir, le palmeó la parte frontal de sus pantalones; los ojos se le abrieron en shock al apretarle ella su carne con la mano.
"Tú la traes", le dijo ella con calma. Sin perder el contacto visual, mientras acariciaba la costura de su cremallera con una suavidad deliberada, antes de dar media vuelta sobre sus tacones y salir del edificio.
Este es un cuento erótico explícito de aproximadamente 5.700 palabras. Contiene lenguaje gráfico y temas sexuales. Está destinado sólo para adultos que estén interesados en este tipo de material para su visualización en las jurisdicciones donde la venta y el disfrute no infringe las leyes locales.
Extracto:
Luego, ella le echaría la culpa a sus ojos cerrados y su aparente falta de interés por el movimiento impulsivo que hizo.
Cuando las puertas del elevador se abrieron al salón, Jen dirigió su rostro hacia el de Derek, ignorando el fuerte golpeteo en su corazón. Y moviéndose con una confianza que no estaba tan segura de sentir, le palmeó la parte frontal de sus pantalones; los ojos se le abrieron en shock al apretarle ella su carne con la mano.
"Tú la traes", le dijo ella con calma. Sin perder el contacto visual, mientras acariciaba la costura de su cremallera con una suavidad deliberada, antes de dar media vuelta sobre sus tacones y salir del edificio.