Durante los diez años después de que gradué de la universidad, trabajé como un repartidor de pizzas. Desde que dejé el trabajo, no he sido capaz de comer pizza. Destruí mi coche. Y entregué pizzas a unos de los miembros más depravados de la sociedad. Hay cosas que uno no debe de ver.
Sin embargo, había cuatro entregas que nunca olvidaré. Esta es una de ellas. Me da mucho gusto compartir estas historias con ustedes. Cada entrega casi me causo el despido del trabajo, pero cada una también resulto en sexo glorioso.
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