Roma, año 32 d. C.
Sejano, favorito de Tiberio, ha sido ajusticiado hace apenas un año y la ciudad se hunde bajo la primera crisis financiera global de la historia.
Publio Vitelio Longo, liberto de uno de los más importantes miembros de la Administración, trata de sobrevivir trampeando por las calles de la capital. La propuesta de un supuesto gran negocio lo llevará a atravesar Roma el mismo día en que estalla un brutal motín contra la política del emperador. De su mano conoceremos una urbe poblada de matones, hermandades de corte casi mafioso, mendigos y gentes venidas de todos los rincones del imperio que resulta mucho más convincente que los palacios patricios tantas veces retratados en otros relatos.
Porque lo que más llama la atención al leer esta obra es, justamente, la acertada mezcla entre aventura y trasfondo histórico. Acostumbrados a las novelas que o bien se limitan a parafrasear a los historiadores clásicos o bien toman el escenario histórico como mero pretexto para urdir una trama cualquiera, el autor consigue fundir ambas de manera creíble y, sobre todo, dinámica. Resulta ante todo refrescante la visión a través de los ojos de un esclavo —que, además, es hijo del amo—, de las intrigas de la política romana y de cómo sus vaivenes afectaban a la plebe.
Sejano, favorito de Tiberio, ha sido ajusticiado hace apenas un año y la ciudad se hunde bajo la primera crisis financiera global de la historia.
Publio Vitelio Longo, liberto de uno de los más importantes miembros de la Administración, trata de sobrevivir trampeando por las calles de la capital. La propuesta de un supuesto gran negocio lo llevará a atravesar Roma el mismo día en que estalla un brutal motín contra la política del emperador. De su mano conoceremos una urbe poblada de matones, hermandades de corte casi mafioso, mendigos y gentes venidas de todos los rincones del imperio que resulta mucho más convincente que los palacios patricios tantas veces retratados en otros relatos.
Porque lo que más llama la atención al leer esta obra es, justamente, la acertada mezcla entre aventura y trasfondo histórico. Acostumbrados a las novelas que o bien se limitan a parafrasear a los historiadores clásicos o bien toman el escenario histórico como mero pretexto para urdir una trama cualquiera, el autor consigue fundir ambas de manera creíble y, sobre todo, dinámica. Resulta ante todo refrescante la visión a través de los ojos de un esclavo —que, además, es hijo del amo—, de las intrigas de la política romana y de cómo sus vaivenes afectaban a la plebe.