¿Puede un hombre enderezar el rumbo de su existencia cuando las circunstancias de su vida, en un mundo convulsionado por las guerras, lo han llevado a cometer crímenes atroces en nombre de un nacionalismo recalcitrante? ¿Puede trocar el odio visceral y el deseo de venganza, que en su momento creyó justificado, por un auténtico arrepentimiento? Para el viejo Andy, la respuesta a los dos cuestionamientos es un sí contundente. Por ello al morir, quiso dejar en seis cuadernos manuscritos, un relato descarnado de su experiencia vital como testimonio de su íntima convicción al respecto. El veredicto final sobre la conducta del conde Anders von Post lo emitirá el lector. Es menester aclarar que su testimonio no es en ningún momento un alegato de defensa. Es el mero reconocimiento de lo que fue verdad para un hombre cuyo propio ego se vio inmerso en el ego colectivo de las naciones, hábilmente manipulado por líderes mesiánicos o desmesuradamente ambiciosos, que ya fueron juzgados por la historia.
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