La misteriosa ciudad de Egnaron, situada en las profundidades de las montañas de Vlezzard, entraña tantos misterios como atracciones. Según cuenta la leyenda, todo aquel que sale victorioso de los duros combates a los que les someten los dioses que supuestamente la habitan, es bendecido con el 'nak', la marca de los mejores guerreros. La obsesión de la joven Kanda es, precisamente, la de llegar hasta Egnaron y alcanzar la marca de los dioses, un empeño que su amigo Sibax y 'el general' tratarán de refrenar hasta que las circunstancias se precipitan.
Kanda llegará hasta la escalofriante Egnaron, encontrando, entre sus muros, algo muy distinto a lo esperado. Pocos, sin embargo son los que la creen, pues sus afirmaciones se parecen demasiado a las de un muchacho al que en su día todos tildaron de loco, una demencia que le costó el honor -y mucho más- al glorioso reino de Veyernak, orgulloso por haber visto regresar a todos sus guerreros, con la codiciada marca. Hasta entonces.
Con la ayuda de un inesperado aliado que despertará en ella unos contradictorios sentimientos, y el honor que haber nacido en Veyernak le imprime, Kanda dará inicio a su particular cruzada por demostrar que Egnaron no es lo que muchos creen. No obstante, la joven no tardará en darse cuenta de que más allá de su orgullo por no ser señalada como una cobarde y una mentirosa, está en juego una meta mucho más elevada.
Una meta relacionada con el caos que asola el oeste de Moday, contra el que numerosos ejércitos tratan, en balde, de luchar. Curiosamente, la situación parece distinta en aquellos reinos y aldeas donde la conocida como 'última colonia', -apenas once hombres que sobrevivieron a la devastación de Veyernak-, se encuentran. A pesar de tratarse de simples mercenarios, no son pocos los que siguen valorando la sangre guerrera que corre por sus venas.
Kanda llegará hasta la escalofriante Egnaron, encontrando, entre sus muros, algo muy distinto a lo esperado. Pocos, sin embargo son los que la creen, pues sus afirmaciones se parecen demasiado a las de un muchacho al que en su día todos tildaron de loco, una demencia que le costó el honor -y mucho más- al glorioso reino de Veyernak, orgulloso por haber visto regresar a todos sus guerreros, con la codiciada marca. Hasta entonces.
Con la ayuda de un inesperado aliado que despertará en ella unos contradictorios sentimientos, y el honor que haber nacido en Veyernak le imprime, Kanda dará inicio a su particular cruzada por demostrar que Egnaron no es lo que muchos creen. No obstante, la joven no tardará en darse cuenta de que más allá de su orgullo por no ser señalada como una cobarde y una mentirosa, está en juego una meta mucho más elevada.
Una meta relacionada con el caos que asola el oeste de Moday, contra el que numerosos ejércitos tratan, en balde, de luchar. Curiosamente, la situación parece distinta en aquellos reinos y aldeas donde la conocida como 'última colonia', -apenas once hombres que sobrevivieron a la devastación de Veyernak-, se encuentran. A pesar de tratarse de simples mercenarios, no son pocos los que siguen valorando la sangre guerrera que corre por sus venas.