Del autor de Arde la calle, Fabrizio Mejía Madrid.
Un retrato de Díaz Ordaz donde no sólo lo vemos a él, sino a otros presidentes de esa República del PRI, de gobernadores, presidentes municipales, jueces, diputados, senadores y, por qué no, de alguien a quien todos, al menos en parte, llevamos dentro.
Un Primer Mandatario no tiene derecho a la infelicidad. Para eso están los gobernados, escribió Carlos Monsiváis como un resumen a setenta años de presidencialismo mexicano, sufrido desde la sociedad.
Este libro trata justo de lo contrario: la infelicidad de los que nos gobiernan. A través de una investigación exhaustiva de la figura del presidente Díaz Ordaz, acaso el más odiado y temido de la historia nacional de México, Fabrizio Mejía Madrid traza no sólo la biografía de este personaje, sino también la del tipo de arreglos, ideas, y taras de la forma de hacer política que lo hicieron posible. Trata del primer Presidente que actuó creyendo que la matanza era la única cara necesaria del poder y que murió exiliado de un país, de un mundo, que nunca logró comprender.
Un retrato de Díaz Ordaz donde no sólo lo vemos a él, sino a otros presidentes de esa República del PRI, de gobernadores, presidentes municipales, jueces, diputados, senadores y, por qué no, de alguien a quien todos, al menos en parte, llevamos dentro.
Un Primer Mandatario no tiene derecho a la infelicidad. Para eso están los gobernados, escribió Carlos Monsiváis como un resumen a setenta años de presidencialismo mexicano, sufrido desde la sociedad.
Este libro trata justo de lo contrario: la infelicidad de los que nos gobiernan. A través de una investigación exhaustiva de la figura del presidente Díaz Ordaz, acaso el más odiado y temido de la historia nacional de México, Fabrizio Mejía Madrid traza no sólo la biografía de este personaje, sino también la del tipo de arreglos, ideas, y taras de la forma de hacer política que lo hicieron posible. Trata del primer Presidente que actuó creyendo que la matanza era la única cara necesaria del poder y que murió exiliado de un país, de un mundo, que nunca logró comprender.