En los tres primeros capítulos que hemos resumido de su obra, Almond y Powell desarrollan diversos temas esenciales de la Ciencia Política, entre ellos la teoría de los sistemas políticos y la estructura y cultura política.
Hasta 1950, la política comparada era: parroquialista (se limitaba a Europa), configurativa (analizaba aspectos peculiares y no hacía un análisis sistemático), formalista (estudiaba instituciones, leyes e ideologías, pero no ejecución interacción y conductas políticas), exitista (inevitabilidad de la democracia, siendo el autoritarismo una “patología”). Pero varios factores (explosión nacionalista en Oriente y Africa, con la aparición de distintas culturas e instituciones, pérdida de la hegemonía occidental, auge del stalinismo) van a provocar cambios: abandono del parroquialismo y el etnocentrismo (se pasa a estudiar gobiernos no occidentales y sistemas políticos del pasado), análisis políticos que no se quedan en lo formal: conductismo, más precisión, matematización, nuevos conceptos (cultura, rol y socialización política), comparación entre estructuras (burocracia, poder legislativo, partidos políticos, grupos de interés, etc).
Hasta los siglos XVII y XVIII, predominó la teoría funcionalista basada en la interacción de tres instituciones: poderes ejecutivo, legislativo y judicial, con un sistema de frenos y equilibrios. Pero luego aparecen los partidos políticos de masas, el sufragio universal, grupos de interés, etc, aparecen nuevas funciones políticas: articulación de intereses, combinación de intereses y comunicación. Almond y Powell siguen el modelo funcionalista, mecanicista y biologicista, pero le añaden el modelo estructural-funcionalista y la teoría general de sistemas (en un sentido dinámico y no estático).
Hasta 1950, la política comparada era: parroquialista (se limitaba a Europa), configurativa (analizaba aspectos peculiares y no hacía un análisis sistemático), formalista (estudiaba instituciones, leyes e ideologías, pero no ejecución interacción y conductas políticas), exitista (inevitabilidad de la democracia, siendo el autoritarismo una “patología”). Pero varios factores (explosión nacionalista en Oriente y Africa, con la aparición de distintas culturas e instituciones, pérdida de la hegemonía occidental, auge del stalinismo) van a provocar cambios: abandono del parroquialismo y el etnocentrismo (se pasa a estudiar gobiernos no occidentales y sistemas políticos del pasado), análisis políticos que no se quedan en lo formal: conductismo, más precisión, matematización, nuevos conceptos (cultura, rol y socialización política), comparación entre estructuras (burocracia, poder legislativo, partidos políticos, grupos de interés, etc).
Hasta los siglos XVII y XVIII, predominó la teoría funcionalista basada en la interacción de tres instituciones: poderes ejecutivo, legislativo y judicial, con un sistema de frenos y equilibrios. Pero luego aparecen los partidos políticos de masas, el sufragio universal, grupos de interés, etc, aparecen nuevas funciones políticas: articulación de intereses, combinación de intereses y comunicación. Almond y Powell siguen el modelo funcionalista, mecanicista y biologicista, pero le añaden el modelo estructural-funcionalista y la teoría general de sistemas (en un sentido dinámico y no estático).