ASESINATOS NO CONVENCIONALES
(Parte de un estudio del autor)
Yo llamo asesinatos no convencionales a aquellos en los que los protagonistas, los métodos, el tipo de víctimas, el número de ellas, la tipología del asesino, y otros factores no son habituales como en el homicidio por robo, el pasional, la venganza y algunos que, aunque sean tan execrables como los que nos ocupan, no despiertan tanto repudio. También es poco convencional el caso de Sylvestre Matuschka, quien descarrilaba trenes para disfrutar con los gritos de angustia y dolor de las víctimas; o Sadamichi Hirasawa, un japonés que envenenó a 12 personas para robar un banco; o Julio González, quien quemó una discoteca, matando a 87 personas, por una discusión con su novia. Quizá nos hemos acostumbrado a la muerte razonada, la que tiene un móvil económico o de celos, que no nos llama tanto la atención como asesinar por simple diversión, ni nos espanta un genocidio bélico, pero sí un muchacho que mate a varios condiscípulos. Y cuando se involucra canibalismo, o un sadismo asombroso, aún levanta más expectación en una sociedad que ya no se asombra de cientos de muertos en accidentes de fin de semana, o en las reyertas de los campos de fútbol.
El asesino múltiple es aquel homicida que mata a un número elevado de víctimas. Pero, como en todo animal, hay especies y subespecies: genocidas, asesinos en masa o masacradores y seriales. El primer epíteto normalmente se aplica a intentos de exterminio colectivo, generalmente por razones étnicas, religiosas o políticas. Los masacradores son asesinos que matan a un buen número de personas en un único evento, mientras que los seriales matan a más de cuatro personas en distintos eventos.
GENOCIDAS:
No hay un estudio especializado sobre los genocidas, aunque la mayoría de los siquiatras consideran que se debe al ansia de poder, y la grata sensación de ejercerlo impunemente en personas indefensas, o con menor armamento. Los genocidas, obviamente, son dementes, locos por el poder, que ven anulada su conciencia por la satisfacción de infundir temor. Algunos de estos psicópatas tienen características de asesinos seriales, aunque su suerte les haya permitido sacrificar a sus víctimas sin necesidad del anonimato, y con la singularidad de que suelen detentar la ley, además de que hay países que les ofrecen refugio e inmunidad en caso de que deban huir de su feudo. No voy a descubrir a estas alturas que en el mundo no hay justicia, y que los que más la pregonan, “países democráticos”, al final son el paraíso de los genocidas fugados.
Asesinos masivos:
Ellos suelen ser desplazados sociales, que han sufrido recientemente algún tipo de rechazo, y se vengan sin tardar mucho. Planean bien lo que piensan hacer, no dejan nada al azar, y matan a quienes son culpables de lo que ellos consideran que les ocurre. No asesinan concretamente a quienes odian, sino a ellos y los que pueden estar cerca, ya que hacen extensivo su problema al entorno, a la sociedad. Comparten algunas características con los seriales, pero en general atacan un objetivo estudiado, no a quienes se cruzan en su camino. Por otra parte, no efectúan más de un evento, y en muchas ocasiones se suicidan.
De acuerdo con los psiquiatras, los masacradores sufren el síndrome Amok que consiste en una súbita explosión de rabia salvaje, que obliga al afectado a matar a todo el que se ponga delante. Antes el asesino pasa por un período de meditación, en que se siente muy deprimido. El final de su depresión se traduce en una explosión de rabia, más una actuación con violencia desmedida. Una vez que acaba la tensión, puede ocurrir que no recuerde nada, o que se suicide si es consciente de lo realizado.
Asesinos seriales.
Esto son los más complejos, por su variedad. Según los expertos, el impulso que mueve a los asesinos en serie suele motivarse por una irrefrenable compulsión, con orígenes en la niñez o adolescencia. La fantasía es extremadamente crucial para algunos seriales.
(Parte de un estudio del autor)
Yo llamo asesinatos no convencionales a aquellos en los que los protagonistas, los métodos, el tipo de víctimas, el número de ellas, la tipología del asesino, y otros factores no son habituales como en el homicidio por robo, el pasional, la venganza y algunos que, aunque sean tan execrables como los que nos ocupan, no despiertan tanto repudio. También es poco convencional el caso de Sylvestre Matuschka, quien descarrilaba trenes para disfrutar con los gritos de angustia y dolor de las víctimas; o Sadamichi Hirasawa, un japonés que envenenó a 12 personas para robar un banco; o Julio González, quien quemó una discoteca, matando a 87 personas, por una discusión con su novia. Quizá nos hemos acostumbrado a la muerte razonada, la que tiene un móvil económico o de celos, que no nos llama tanto la atención como asesinar por simple diversión, ni nos espanta un genocidio bélico, pero sí un muchacho que mate a varios condiscípulos. Y cuando se involucra canibalismo, o un sadismo asombroso, aún levanta más expectación en una sociedad que ya no se asombra de cientos de muertos en accidentes de fin de semana, o en las reyertas de los campos de fútbol.
El asesino múltiple es aquel homicida que mata a un número elevado de víctimas. Pero, como en todo animal, hay especies y subespecies: genocidas, asesinos en masa o masacradores y seriales. El primer epíteto normalmente se aplica a intentos de exterminio colectivo, generalmente por razones étnicas, religiosas o políticas. Los masacradores son asesinos que matan a un buen número de personas en un único evento, mientras que los seriales matan a más de cuatro personas en distintos eventos.
GENOCIDAS:
No hay un estudio especializado sobre los genocidas, aunque la mayoría de los siquiatras consideran que se debe al ansia de poder, y la grata sensación de ejercerlo impunemente en personas indefensas, o con menor armamento. Los genocidas, obviamente, son dementes, locos por el poder, que ven anulada su conciencia por la satisfacción de infundir temor. Algunos de estos psicópatas tienen características de asesinos seriales, aunque su suerte les haya permitido sacrificar a sus víctimas sin necesidad del anonimato, y con la singularidad de que suelen detentar la ley, además de que hay países que les ofrecen refugio e inmunidad en caso de que deban huir de su feudo. No voy a descubrir a estas alturas que en el mundo no hay justicia, y que los que más la pregonan, “países democráticos”, al final son el paraíso de los genocidas fugados.
Asesinos masivos:
Ellos suelen ser desplazados sociales, que han sufrido recientemente algún tipo de rechazo, y se vengan sin tardar mucho. Planean bien lo que piensan hacer, no dejan nada al azar, y matan a quienes son culpables de lo que ellos consideran que les ocurre. No asesinan concretamente a quienes odian, sino a ellos y los que pueden estar cerca, ya que hacen extensivo su problema al entorno, a la sociedad. Comparten algunas características con los seriales, pero en general atacan un objetivo estudiado, no a quienes se cruzan en su camino. Por otra parte, no efectúan más de un evento, y en muchas ocasiones se suicidan.
De acuerdo con los psiquiatras, los masacradores sufren el síndrome Amok que consiste en una súbita explosión de rabia salvaje, que obliga al afectado a matar a todo el que se ponga delante. Antes el asesino pasa por un período de meditación, en que se siente muy deprimido. El final de su depresión se traduce en una explosión de rabia, más una actuación con violencia desmedida. Una vez que acaba la tensión, puede ocurrir que no recuerde nada, o que se suicide si es consciente de lo realizado.
Asesinos seriales.
Esto son los más complejos, por su variedad. Según los expertos, el impulso que mueve a los asesinos en serie suele motivarse por una irrefrenable compulsión, con orígenes en la niñez o adolescencia. La fantasía es extremadamente crucial para algunos seriales.