Historia, mito, geometría
Desde el principio de los tiempos, los seres humanos han diseñado laberintos, ya fuera en las paredes de las cuevas, en los palacios cretenses, en los mosaicos de las villas romanas o en los jardines renacentistas. Eran símbolos del cambio, de la eterna transformación, pero su significado real se perdió en la noche de los tiempos y acabaron convirtiéndose en meros divertimentos.
Jaime Buhigas nos conduce a través del misterio y el mito del laberinto con el empeño de ayudar a comprender un poco más cuáles son los mecanismos de la trasmutación. Porque este libro no es un catálogo descriptivo de laberintos ordenados cronológicamente, sino que es en sí mismo un laberinto, diseñado como todos para llegar al centro y encontrar la salida por el simple hecho de avanzar. El lector que se atreva a penetrar en su magia, se atreverá a cambiar, cambiar como ha hecho la humanidad una y mil veces. Todo pasa. Cambiar comienza por aceptar que lo que hay no vale y que hay que desecharlo, para así, construir un nuevo estadio de existencia. Es una labor de héroes. Héroes que para cambiar, se atreven a entrar en su propio laberinto.
El autor
Jaime Buhigas Tallon es el tercero de cuatro hermanos varones. De su padre ha heredado la vocación docente, el instinto teatral y la sangre asturiana. De su madre, la destreza manual, el ingenio improvisado y la sangre francesa. Tras estudiar arquitectura en Madrid, ganó una beca Fulbright con la que se formó como director de escena en Chicago (Illinois). Investigador de la Geometría Sagrada, está especializado en la sección áurea y la simbología pitagórica. Como profesor, imparte cursos relacionados con el teatro, mitología comparada, simbología geométrica, dibujo y creatividad. Como artista es director de varias compañías de teatro, dibujante, ilustrador y escritor de numerosos textos dramáticos, entre los que destacamos el libreto de la ópera Altisidora. Es fundador del movimiento de renovación pedagógica «Aprendemos todos: por una educación mejor».
Es adicto a los Caminos de Santiago y cree profundamente que el mundo es de los viandantes y por eso no sabe conducir. Cumplió 33 años en Jerusalén y 39 en Etiopía. Detesta las fiestas sorpresa y los pantalones vaqueros. Adora los mapas y si volviera a nacer se haría, sin lugar a dudas, músico. Sus héroes, al igual que él, tienen la nariz grande: Don Quijote, Cyrano de Bergerac y la Madre Teresa de Calcuta.