Este es el libro más célebre de Alonso de Palencia, una crónica de la conquista de Granada, último enclave del mundo islámico en España. Merece atención la perversa astucia psicológica de Fernando de Castilla, quien estrecha lentamente el cerco en torno a Granada y no duda, en unas ocasiones, en decapitar a los moriscos defensores de las poblaciones cercanas a la ciudad mientras que, en otras oportunidades, se muestra magnánimo, perdona vidas y respeta las propiedades de éstos.
Alfonso Fernández de Palencia, Soria, 1423 - Sevilla, 1492, fue un historiador, lexicógrafo y humanista castellano del Prerrenacimiento. De origen judeoconverso, se educó en el palacio del ilustre obispo burgalés Pablo de Santa María, antaño rabino de Burgos convertido al catolicismo por Vicente Ferrer.
Marchó a Italia y entró al servicio del cardenal Basilio Besarión, con quien permaneció en Florencia hasta 1453.
Vuelto a España, después de pertenecer durante un tiempo a la casa del arzobispo Fonseca de Sevilla, sucedió en 1456 a Juan de Mena en el cargo de cronista real y secretario de cartas latinas de Enrique IV. Se declaró en 1468 partidario del infante Alfonso e intervino en las negociaciones para la boda de la pretendiente al trono Isabel con Fernando de Aragón, siendo actor en arriesgados y pintorescos lances, en el transcurso de los cuales ayudó a la pareja a casarse en 1469. Terminó siendo cronista oficial de la reina Isabel tras su subida al trono en 1475.
Además de su tarea principal de historiador, los nuevos reyes le encargaron diversas misiones durante la Guerra de Sucesión Castellana. Por ejemplo, intervino eficazmente en el establecimiento de la Santa Hermandad en Sevilla (1476) y organizó el envío de una flota de refresco a Gran Canaria en 1479.
Según el propio de Palencia, la reina le retiró su favor en 1480. La muerte le alcanzó en 1492 cuando trabajaba aun en la redacción de sus obras.
Fue una figura representativa del primer Humanismo castellano y, aunque conocía escasamente el griego, fue un magnífico latinista y hablaba a la perfección el italiano y el francés.
Alfonso Fernández de Palencia, Soria, 1423 - Sevilla, 1492, fue un historiador, lexicógrafo y humanista castellano del Prerrenacimiento. De origen judeoconverso, se educó en el palacio del ilustre obispo burgalés Pablo de Santa María, antaño rabino de Burgos convertido al catolicismo por Vicente Ferrer.
Marchó a Italia y entró al servicio del cardenal Basilio Besarión, con quien permaneció en Florencia hasta 1453.
Vuelto a España, después de pertenecer durante un tiempo a la casa del arzobispo Fonseca de Sevilla, sucedió en 1456 a Juan de Mena en el cargo de cronista real y secretario de cartas latinas de Enrique IV. Se declaró en 1468 partidario del infante Alfonso e intervino en las negociaciones para la boda de la pretendiente al trono Isabel con Fernando de Aragón, siendo actor en arriesgados y pintorescos lances, en el transcurso de los cuales ayudó a la pareja a casarse en 1469. Terminó siendo cronista oficial de la reina Isabel tras su subida al trono en 1475.
Además de su tarea principal de historiador, los nuevos reyes le encargaron diversas misiones durante la Guerra de Sucesión Castellana. Por ejemplo, intervino eficazmente en el establecimiento de la Santa Hermandad en Sevilla (1476) y organizó el envío de una flota de refresco a Gran Canaria en 1479.
Según el propio de Palencia, la reina le retiró su favor en 1480. La muerte le alcanzó en 1492 cuando trabajaba aun en la redacción de sus obras.
Fue una figura representativa del primer Humanismo castellano y, aunque conocía escasamente el griego, fue un magnífico latinista y hablaba a la perfección el italiano y el francés.