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Uno de los documentos más antiguos y sin disputa el de mayor importancia e interés, que han llegado a nosotros relativos a la vida y costumbres de la Germania en el tránsito del conocimiento y colonización por Roma, es este del insigne historiador Cayo Cornelio Tácito.
Es un relato vivo sobre fuentes vivas. El autor opera con materiales directos: sus observaciones, que salpica de comentarios sustanciosos, están llenas de virilidad e interés. Los hechos llegan a la retina, y de la retina al cerebro, con tensión de primera magnitud. Los juicios que produce el choque son elocuentes, certeros e intencionados, aunque la intención revista, las más de las veces, un sentido de acritud, que, casi siempre, es manifestación de sinceridad. Según todas las investigaciones que conocemos, los hechos son exactos y puede asegurarse con fundamento, que el padre del autor, sino él mismo, lo que es más verosímil, fue procurador de Roma en Bélgica, y que a este observatorio llegaron en detalle las noticias y datos que de manera magistral utiliza, y que se hallan refrendados con la máxima calidad por todos los espurgos que han podido hacerse a lo largo de los siglos y que prueban de manera definitiva la exactitud material de los hechos.
Uno de los documentos más antiguos y sin disputa el de mayor importancia e interés, que han llegado a nosotros relativos a la vida y costumbres de la Germania en el tránsito del conocimiento y colonización por Roma, es este del insigne historiador Cayo Cornelio Tácito.
Es un relato vivo sobre fuentes vivas. El autor opera con materiales directos: sus observaciones, que salpica de comentarios sustanciosos, están llenas de virilidad e interés. Los hechos llegan a la retina, y de la retina al cerebro, con tensión de primera magnitud. Los juicios que produce el choque son elocuentes, certeros e intencionados, aunque la intención revista, las más de las veces, un sentido de acritud, que, casi siempre, es manifestación de sinceridad. Según todas las investigaciones que conocemos, los hechos son exactos y puede asegurarse con fundamento, que el padre del autor, sino él mismo, lo que es más verosímil, fue procurador de Roma en Bélgica, y que a este observatorio llegaron en detalle las noticias y datos que de manera magistral utiliza, y que se hallan refrendados con la máxima calidad por todos los espurgos que han podido hacerse a lo largo de los siglos y que prueban de manera definitiva la exactitud material de los hechos.