Don Gonzalo de Castejón lucha por conseguir convertirse en caballero y alcanzar los honores que su condición de segundón niega. Tras su paso por un convento cisterciense es nombrado caballero por el rey Alfonso XI y guerrea contra los musulmanes, alcanzando con sus correrías y hábil manejo de las armas gran fortuna y renombre. Cuando muere el rey, don Gonzalo es contratado por el heredero Pedro I como capitán de su guardia real. Y es a su servicio cuando comenzará a descubrir las traiciones que van aparejadas al noble oficio de las armas. Son años en los que, obedeciendo órdenes reales, cometerá sus más cruentos crímenes. Traicionado por Pedro I, jura no acatar más vasallaje de ningún rey y retoma el cumplimiento de una vieja promesa hecha a su ayo en el lecho de muerte, sin saber que esa decisión, tantas veces aplazada, sería la causa de una prosperidad temporal y el perdón por sus muchos crímenes.
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