En 2013 se cumplió medio siglo de la muerte del que durante más tiempo fue obispo de Madrid-Alcalá: Leopoldo Eijo Garay (1878-1963). Con ese motivo publiqué la primera versión electrónica de la tesis que defendí el 14 de diciembre de 1995. Hoy la publico con el título que le corresponde, y que entonces no pude darle por no corresponder a la supuesta ecuanimidad académica. Hoy es necesario volver sobre este personaje, ya que la ignorancia ha tomado asiento en el Ayuntamiento de Madrid, que en el Pleno celebrado el 29 de junio de 2016 acordó retirar la medalla de oro de la villa a Leopoldo Eijo, supuestamente por haber sido Consejero Nacional de Falange. Frente a esta falta de rigor y el automatismo que supone que cualquier persona que aceptara un cargo en el régimen de Franco no pudo hacer nada meritorio, es necesario conceder al menos el beneficio de la duda y estudiar a esta persona a la que Madrid dio la medalla en 1948 en recuerdo de que llevaba 25 años dedicando sus esfuerzos al bien de los madrileños.
Algunas de mis 19 conclusiones:
4. En Vitoria, la actuación de Eijo fue claramente españolista, llegando a desautorizar la actividad política de los eclesiásticos vasquistas. Destaca su impulso de los sindicatos católicos, labor a la que se consideraba invitado por el Papa. Al final de esta etapa —el 3 de mayo de 1922— aparece con particular fuerza, a impulsos del ejemplo de Pío XI, la devoción más conocida, incluso característica, de Eijo: la de las misiones.
5. Eijo fue obispo de Madrid-Alcalá durante más de cuarenta años: más tiempo que sus seis predecesores juntos. Es un caso absolutamente singular y prácticamente irrepetible: dada la actual edad de retiro de los obispos, haría falta un personaje que llegara a la sede madrileña... con menos de treinta y cinco años.
8. Al estallar la guerra, Eijo quiso quitarse de en medio "para no crear problemas a unos y a otros". Permaneció en silencio durante casi un mes, y el 15 de agosto de 1936 —cuando su silencio no podía ser ya útil a los que se escondían de la persecución religiosa en la capital—, se adhirió públicamente a los sublevados. Amigo personal de Franco, lo consideró "hombre deparado por Dios para la salvación de España". La República, para Eijo, había dejado simplemente de existir —la guerra sólo podía terminar por la victoria de los sublevados— y se trataba de reconstruir el régimen tradicional, viviendo con mayor exigencia la fraternidad cristiana, austera y solidaria.
10. Eijo siguió con interés el desarrollo del Opus Dei desde su fundación en 1928, y conoció a Josemaría Escrivá de Balaguer durante la guerra civil. Defendió a esta institución otorgándole la primera aprobación eclesiástica de su historia (como Pía Unión). En 1944, ordenó a los primeros miembros del Opus Dei promovidos al sacerdocio, y mantuvo su amistad y admiración hacia Escrivá hasta el momento de su muerte, cuando manifestó que las atenciones que prodigó al Opus Dei "serán mis credenciales para presentarme ante el Juicio de Dios".
16. La sintonía de Eijo con el régimen de Franco parece completa —por lo que se refiere a sus documentos públicos— hasta el año del Concordato con la Santa Sede, 1953. A partir de 1954, Eijo incide en algunos aspectos no resueltos de la cuestión social, y constata en concreto que, mientras el suburbio madrileño entra en vías de solución, el problema de la vivienda se agrava. Así, terminó por asumir la necesidad de un cambio político que llevaba consigo la pérdida de buena parte de la influencia política de los falangistas.
19. Probablemente, todas las devociones y la vida de Eijo pueden resumirse en su lema episcopal, in veritate et charitate, que expresa un deseo de llevar al hombre todo —mente, voluntad, corazón— hacia Dios. Este deseo parece haber constituido en el que fuera obispo de Túy, Vitoria y Madrid, una auténtica pasión por la unidad; no fue algo innato, sino que con el tiempo Eijo fue tomando conciencia de la importancia de algunas de sus facetas.
Algunas de mis 19 conclusiones:
4. En Vitoria, la actuación de Eijo fue claramente españolista, llegando a desautorizar la actividad política de los eclesiásticos vasquistas. Destaca su impulso de los sindicatos católicos, labor a la que se consideraba invitado por el Papa. Al final de esta etapa —el 3 de mayo de 1922— aparece con particular fuerza, a impulsos del ejemplo de Pío XI, la devoción más conocida, incluso característica, de Eijo: la de las misiones.
5. Eijo fue obispo de Madrid-Alcalá durante más de cuarenta años: más tiempo que sus seis predecesores juntos. Es un caso absolutamente singular y prácticamente irrepetible: dada la actual edad de retiro de los obispos, haría falta un personaje que llegara a la sede madrileña... con menos de treinta y cinco años.
8. Al estallar la guerra, Eijo quiso quitarse de en medio "para no crear problemas a unos y a otros". Permaneció en silencio durante casi un mes, y el 15 de agosto de 1936 —cuando su silencio no podía ser ya útil a los que se escondían de la persecución religiosa en la capital—, se adhirió públicamente a los sublevados. Amigo personal de Franco, lo consideró "hombre deparado por Dios para la salvación de España". La República, para Eijo, había dejado simplemente de existir —la guerra sólo podía terminar por la victoria de los sublevados— y se trataba de reconstruir el régimen tradicional, viviendo con mayor exigencia la fraternidad cristiana, austera y solidaria.
10. Eijo siguió con interés el desarrollo del Opus Dei desde su fundación en 1928, y conoció a Josemaría Escrivá de Balaguer durante la guerra civil. Defendió a esta institución otorgándole la primera aprobación eclesiástica de su historia (como Pía Unión). En 1944, ordenó a los primeros miembros del Opus Dei promovidos al sacerdocio, y mantuvo su amistad y admiración hacia Escrivá hasta el momento de su muerte, cuando manifestó que las atenciones que prodigó al Opus Dei "serán mis credenciales para presentarme ante el Juicio de Dios".
16. La sintonía de Eijo con el régimen de Franco parece completa —por lo que se refiere a sus documentos públicos— hasta el año del Concordato con la Santa Sede, 1953. A partir de 1954, Eijo incide en algunos aspectos no resueltos de la cuestión social, y constata en concreto que, mientras el suburbio madrileño entra en vías de solución, el problema de la vivienda se agrava. Así, terminó por asumir la necesidad de un cambio político que llevaba consigo la pérdida de buena parte de la influencia política de los falangistas.
19. Probablemente, todas las devociones y la vida de Eijo pueden resumirse en su lema episcopal, in veritate et charitate, que expresa un deseo de llevar al hombre todo —mente, voluntad, corazón— hacia Dios. Este deseo parece haber constituido en el que fuera obispo de Túy, Vitoria y Madrid, una auténtica pasión por la unidad; no fue algo innato, sino que con el tiempo Eijo fue tomando conciencia de la importancia de algunas de sus facetas.