El drama histórico sufrido por el pueblo soviético con el derrumbe de la URSS no fue, ni pudo ser, la resultante de factores externos que, desde fuera, de manera ajena a las contradicciones del sistema y a los componentes subjetivos del desarrollo social, condujeron a la derrota. Aquellos factores externos, que obviamente concurrieron (desde luego no más intensos que muchos de los que hubo de resistir y vencer la URSS en sus ochenta años de historia), difícilmente hubieran concluido en el desmoronamiento del sistema si no fuera por la receptividad que encontraron en una honda descomposición del régimen y, sobre todo, en agentes sociales que desde posiciones rectoras unían su interés de grupo a la destrucción del socialismo. Para culminar en aquella situación de desmovilización social y bancarrota del régimen socialista, el factor decisivo, si no el único, parece residir en lo que ha venido a denominarse degeneración burocrática, asunto central que aborda esta obra.
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