La clase obrera que se constituyó en el tiempo de la primera industrialización vasca se identificó con sólidos argumentos de clase o con valores democráticos. Los referentes de orden nacional no entraron en esa caracterización. Esto fue así, en principio, por una reacción de clase frente al uso que las elites hacían de “lo que identificaba al País Vasco”: una serie de valores tradicionalistas, religiosos y localistas, impuestos por los sectores más conservadores en la pugna por definir el pensamiento hegemónico en el país. Después, el nacionalismo “inventado” por Sabino Arana para el País Vasco resumió de nuevo todas las señas de identidad contrarias a las del socialismo, la ideología dominante entre los trabajadores vascos movilizados. En su antinacionalismo, la izquierda obrera rechazó una reflexión en sus claves ideológicas del problema nacional. Solo excepciones como el doctor Madinabeitia o Toribio Echevarría elaboraron proposiciones al respecto. Por los valores tan contradictorios con los suyos que se asociaban a aquella identidad, en el País Vasco, la izquierda vasca tuvo difícil incluso el ser vasquista,. Luego, los intereses electorales de Indalecio Prieto dieron aire, forma y sentido político a un españolismo que ya contaba con sólidas bases entre aquellos primeros trabajadores vascos.
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