A casi todo el mundo le hubiese gustado tener un amigo como Juan el aragones, quizás sin esos arranques de violencia, pero amigo a fin de cuentas. Y qué decir de Fátima, ya quisiera más de uno compartir con ella algunos instantes en su «casita de la playa».
Pero hay más: a los que se sientan identificados con el Camino de Santiago, decirles que algunos capítulos discurren entre peregrinos; a los que gusten de combates a vida o muerte, pues que sepan que alguno hay y no sólo en la cruzada que emprende el protagonista por Palestina, sino en la mismísima España; y a los que le pidan a una novela histórica menos descripciones y algo de humor, pues aquí lo tienen servido.
Con su lectura se comprueba que la historia no está reñida con el juego de palabras y la parida. Resumiendo, te reirás a medida que te adentras en los diferentes capítulos.