En 1562 Teresa de Jesús fundó el convento de San José de Ávila, el primero de las carmelitas y, a instancias de Francisco de Soto y Salazar, su confesor, comenzó a escribir el Libro de mi vida, influido por sus lecturas de libros de caballería y comparado por algunos con las Confesiones de san Agustín. Aquí expone sus preocupaciones humanas y religiosas, sus trabajos y experiencias anteriores. La jerarquía eclesiástica denunció el libro a la Inquisición y pretendió deportar a su autora a Hispanoamérica, pero fray Luis de León, san Juan de la Cruz y el teólogo fray Domingo Báñez lograron que el castigo se redujera y fuese confinada en Toledo.
Esta actividad frenética contrasta con los textos de esta antología, mucho más domésticos y, en ocasiones, extremadamente personales.
Esta actividad frenética contrasta con los textos de esta antología, mucho más domésticos y, en ocasiones, extremadamente personales.