Aunque algunos pretenden distinguir, en el género de la narrativa, entre novelas de "Tesis" y las que no lo son, estimo que toda novela, al menos en un sentido amplio, debe ser de "tesis", por cuanto no es dable imaginar, y esto vale para cualquier género literario y aun para toda expresión artística en general, una obra que no esté hondamente enraizada en el hombre, en su devenir histórico con toda la carga de vicisitudes y diarias angustias que hacen azarosa la aventura de la vida y embrollan dramáticamente el compromiso con su destino en un presente cruel proyectado a un futuro incierto y ominoso.
Dentro del contexto anterior: "EL PIJAO REBELDE" plantea con claridad, con sustancioso enfoque realista e intrínseco dinamismo, una realidad muy próxima a la memoria y al sentimiento del hombre colombiano, especialmente de quienes se acercan o traspasaron ya la cuarta década de la existencia. La historia de Olimpo, el protagonista, es la historia de una sociedad desajustada por los terribles altibajos del subdesarrollo en un escenario de injusticia, de perversión de los valores morales, de alienación y sojuzgamiento, en fin, de anarquía corrosiva y devastadora en todos los órdenes de la vida nacional y a todos los niveles de la estructura social. Su descarnado relato del episodio de la violencia que fustigó despiadadamente al país, en no muy pretéritos años, es de una autenticidad irrefutable. Dígase lo mismo de la lacerante lucha por la diaria supervivencia, la Inseguridad en el trabajo y la incertidumbre del futuro; quién puede atreverse, además, a poner en duda la evidente situación de dependencia de nuestro pueblo, la existencia de una amplia gama de colonialismos internos y externos que perpetúan su opresión no obstante la algazara veintejuliera que insiste en adormecer las conciencias y embotar las mentes con la evocación reitera y falsamente presuntuosa de la "independencia", vocablo ya equivoco a la luz del más objetivo análisis de la presente circunstancia critica que gravita sobre el país.
Luego de lo que pudiéramos llamar el diagnóstico de esta sociedad enferma a través de las andanzas y desandanzas del malhadado Olimpo, entra el autor a diseñar, con buena fortuna, una solución al conflicto presentando un modelo de estado socialista, en donde se parte de la base del respeto debido al ser humano y se promueve su progreso integral.
Muy laudable el empeño del autor e irreprochable la proyección hacia un mundo mejor, cimentado en el concepto más puro y firme de la verdadera justicia. Estoy tentado a decir que el autor ha ingresado al mundo de la quimera o, cuando menos, está afectado de un idealismo quien sabe a cuántos años luz de su trasmutación en hechos, en actos concretos que alcancen a afectar la conducta humana. Bien cierto es, sin embargo, que todo lo grande que registra la historia en lo tocante al mejoramiento de la especie puede rastrearse hasta encontrar su fuente en las grandes ideas, en los sólidos armazones de las doctrinal filosóficas de los mejores pensadores.
Se observa en "EL PIJAO REBELDE" una trama bien llevada, capaz de sustentar el interés de la obra. Buena la conformación y trayectoria sicológica del protagonista a través de la acción rápida y de una sucesión muy verosímil de las circunstancias de su vida. Tuve también el agrado de encontrar rasgos de autentica poesía en algunas de las descripciones del paisaje, y de pronto salta, aquí y allá, la chispa del fino humor sin el cual ninguna novela, a mi juicio, puede reclamar la presencia de calor humano imprescindible para salvarla del olvido.
Finalmente, el lenguaje, sin hacer demasiadas concesiones al estilo desabrochado, salpicado de continuas referencias escatológicas, que nuestro famoso "boom" ha pretendido instaurar como canon indiscutible de calidad en el género; es realista, directo y en un todo conforme con la estructura interna de la obra.
Mi gratitud se encuentra en deuda con el autor por haberme escogido para leer y glosar su trabajo
Dentro del contexto anterior: "EL PIJAO REBELDE" plantea con claridad, con sustancioso enfoque realista e intrínseco dinamismo, una realidad muy próxima a la memoria y al sentimiento del hombre colombiano, especialmente de quienes se acercan o traspasaron ya la cuarta década de la existencia. La historia de Olimpo, el protagonista, es la historia de una sociedad desajustada por los terribles altibajos del subdesarrollo en un escenario de injusticia, de perversión de los valores morales, de alienación y sojuzgamiento, en fin, de anarquía corrosiva y devastadora en todos los órdenes de la vida nacional y a todos los niveles de la estructura social. Su descarnado relato del episodio de la violencia que fustigó despiadadamente al país, en no muy pretéritos años, es de una autenticidad irrefutable. Dígase lo mismo de la lacerante lucha por la diaria supervivencia, la Inseguridad en el trabajo y la incertidumbre del futuro; quién puede atreverse, además, a poner en duda la evidente situación de dependencia de nuestro pueblo, la existencia de una amplia gama de colonialismos internos y externos que perpetúan su opresión no obstante la algazara veintejuliera que insiste en adormecer las conciencias y embotar las mentes con la evocación reitera y falsamente presuntuosa de la "independencia", vocablo ya equivoco a la luz del más objetivo análisis de la presente circunstancia critica que gravita sobre el país.
Luego de lo que pudiéramos llamar el diagnóstico de esta sociedad enferma a través de las andanzas y desandanzas del malhadado Olimpo, entra el autor a diseñar, con buena fortuna, una solución al conflicto presentando un modelo de estado socialista, en donde se parte de la base del respeto debido al ser humano y se promueve su progreso integral.
Muy laudable el empeño del autor e irreprochable la proyección hacia un mundo mejor, cimentado en el concepto más puro y firme de la verdadera justicia. Estoy tentado a decir que el autor ha ingresado al mundo de la quimera o, cuando menos, está afectado de un idealismo quien sabe a cuántos años luz de su trasmutación en hechos, en actos concretos que alcancen a afectar la conducta humana. Bien cierto es, sin embargo, que todo lo grande que registra la historia en lo tocante al mejoramiento de la especie puede rastrearse hasta encontrar su fuente en las grandes ideas, en los sólidos armazones de las doctrinal filosóficas de los mejores pensadores.
Se observa en "EL PIJAO REBELDE" una trama bien llevada, capaz de sustentar el interés de la obra. Buena la conformación y trayectoria sicológica del protagonista a través de la acción rápida y de una sucesión muy verosímil de las circunstancias de su vida. Tuve también el agrado de encontrar rasgos de autentica poesía en algunas de las descripciones del paisaje, y de pronto salta, aquí y allá, la chispa del fino humor sin el cual ninguna novela, a mi juicio, puede reclamar la presencia de calor humano imprescindible para salvarla del olvido.
Finalmente, el lenguaje, sin hacer demasiadas concesiones al estilo desabrochado, salpicado de continuas referencias escatológicas, que nuestro famoso "boom" ha pretendido instaurar como canon indiscutible de calidad en el género; es realista, directo y en un todo conforme con la estructura interna de la obra.
Mi gratitud se encuentra en deuda con el autor por haberme escogido para leer y glosar su trabajo