La distancia crítica con respecto al mundo que caracterizó al movimiento de Jesús en sus primeros estadios contrasta con un fenómeno que se observa ya en la primera generación cristiana y que se fue consolidando en las generaciones posteriores: la inserción de los cristianos en la sociedad de su tiempo.
Este cambio de actitud fue el resultado de un proceso lento y complejo, en el que diversos grupos de discípulos fueron definiendo su actitud con respecto a la sociedad en que vivían. Un momento decisivo en este proceso fue la segunda generación cristiana, en la que se planteó de forma acuciante el problema de la continuidad y de la viabilidad social del proyecto cristiano.
El objeto de este libro es estudiar cómo fue esta relación entre las comunidades cristianas y la sociedad helenística durante el último tercio del siglo I d. C. Dicha relación puede definirse en términos de aculturación, ya que transformó en cierto modo a ambos, pues el Cristianismo asumió muchas de las estructuras de aquella sociedad, y la sociedad helenístico-romana integró muchos de los valores fundamentales del Cristianismo. Este camino de ida y vuelta, este influjo mutuo, es lo característico de los procesos de aculturación.
Este cambio de actitud fue el resultado de un proceso lento y complejo, en el que diversos grupos de discípulos fueron definiendo su actitud con respecto a la sociedad en que vivían. Un momento decisivo en este proceso fue la segunda generación cristiana, en la que se planteó de forma acuciante el problema de la continuidad y de la viabilidad social del proyecto cristiano.
El objeto de este libro es estudiar cómo fue esta relación entre las comunidades cristianas y la sociedad helenística durante el último tercio del siglo I d. C. Dicha relación puede definirse en términos de aculturación, ya que transformó en cierto modo a ambos, pues el Cristianismo asumió muchas de las estructuras de aquella sociedad, y la sociedad helenístico-romana integró muchos de los valores fundamentales del Cristianismo. Este camino de ida y vuelta, este influjo mutuo, es lo característico de los procesos de aculturación.