Se ha pretendido siempre atribuir todos los males y desgracias que se ciernen sobre la sociedad humana en un momento histórico determinado a una organización secreta, maléfica e invisible. Durante dos milenios, los judíos han sido sistemáticamente considerados como los representantes más genuinos de esa fuerza diabólica que amenazaba el mundo entero. Pero no han sido las únicas víctimas, también lo fueron los cristianos de la Roma pagana, los católicos papistas de la Inglaterra anglicana, los aristócratas de la Francia revolucionaria, los antisoviéticos de la Rusia estaliniana y, en algunas épocas, los jesuitas, los anarquistas, los burgueses…
La causalidad diabólica es un libro sobre las persecuciones, no sólo en lo que se refiere a los judíos, sino también a otros grupos humanos minoritarios, en distintos periodos de la historia, y que encarnaban, para la cultura mayoritaria, la idea de lo diabólico. Aunque para cada hecho, incluidos la persecución y la tortura, el exterminio o la expulsión, hay multitud de razones (económicas, políticas, de clase, religiosas…), en esa idea simple y unívoca de que siempre existe un demonio detrás, se dan fuertes componentes pasionales que nos ayudan a entenderla.
La causalidad diabólica es un libro sobre las persecuciones, no sólo en lo que se refiere a los judíos, sino también a otros grupos humanos minoritarios, en distintos periodos de la historia, y que encarnaban, para la cultura mayoritaria, la idea de lo diabólico. Aunque para cada hecho, incluidos la persecución y la tortura, el exterminio o la expulsión, hay multitud de razones (económicas, políticas, de clase, religiosas…), en esa idea simple y unívoca de que siempre existe un demonio detrás, se dan fuertes componentes pasionales que nos ayudan a entenderla.