Algunos escritores, como Paulo Emilio, Sandoval, que le sigue sin examen, Vertot, Sueyro y otros, excluyen a nuestra nación del número de las que tuvieron parte en aquellas santas expediciones, bajo el honorífico pretexto de hallarse sus soberanos de Castilla, de Aragón y de Navarra, demasiado ocupados en combatir a los árabes y sarracenos de España, y aunque sea cierto que esta digna y heroica ocupación no permitió que aquellos reyes tomasen a los principios una parte activa y directa, también lo es que partieron, sin embargo, muchas tropas españolas y gran número de campeones, que se distinguieron por sus proezas como era natural, si atendemos al carácter caballeresco de aquellos siglos y a la condición o clase de unas empresas, que reunían el espíritu de la religión al valor y al entusiasmo militar. Para demostrar esta verdad nos será preciso examinar los enlaces y conexiones de nuestros reyes entre sí, y con los príncipes franceses que más se distinguieron en las Cruzadas, y de este examen y de otros hechos autorizados, resultará con evidencia que los castellanos, los aragoneses, portugueses y navarros, lograron adquirir en la Siria y en la Palestina iguales laureles, que los que habían obtenido otros caudillos extranjeros en España, cuya península había sido hasta entonces la escuela donde se doctrinaron en la ciencia militar varios aventureros y auxiliares, que tanto sobresalieron después en los mismos viajes y guerras de Ultramar. ”
A partir de esta tesis, Fernández de Navarrete desarrolla un texto en el que es capaz de conjugar la amenidad del relato casi de aventuras, con una exhaustiva documentación. Porque Fernández de Navarrete es de esos historiadores capaz de convertir la historia en algo próximo al relato de aventuras sin abandonar una fundamentación histórica y documental verdaderamente científica. La obra fue escrita en la primera mitad del siglo XIX, y es un resumen de todo lo que la historiográfica sabía en ese momento del tema. Actualmente tal vez sepamos más de lo que nos cuenta Fernández de Navarrete, pero la totalidad lo que él nos cuenta continua siendo perfectamente valido.
Por otra parte, tengamos en cuenta que Fernández de Navarrete no solo fue un gran historiador al que le debemos, por ejemplo, el haber recuperado el relato de Colon de su primer y tercer viaje, sino que además a lo largo de su vida encarnó el espíritu caballeresco y de honor del que se nos habla en la obra. Fernández de Navarrete, nacido en La Rioja en 1765, entro en la armada española a la edad de 15 años y desde entonces vivió una vida heroica participando en las guerras contra Ingleses (estuvo en el intento de toma de Gibraltar) y franceses en la guerras napoleónicas.
A partir de esta tesis, Fernández de Navarrete desarrolla un texto en el que es capaz de conjugar la amenidad del relato casi de aventuras, con una exhaustiva documentación. Porque Fernández de Navarrete es de esos historiadores capaz de convertir la historia en algo próximo al relato de aventuras sin abandonar una fundamentación histórica y documental verdaderamente científica. La obra fue escrita en la primera mitad del siglo XIX, y es un resumen de todo lo que la historiográfica sabía en ese momento del tema. Actualmente tal vez sepamos más de lo que nos cuenta Fernández de Navarrete, pero la totalidad lo que él nos cuenta continua siendo perfectamente valido.
Por otra parte, tengamos en cuenta que Fernández de Navarrete no solo fue un gran historiador al que le debemos, por ejemplo, el haber recuperado el relato de Colon de su primer y tercer viaje, sino que además a lo largo de su vida encarnó el espíritu caballeresco y de honor del que se nos habla en la obra. Fernández de Navarrete, nacido en La Rioja en 1765, entro en la armada española a la edad de 15 años y desde entonces vivió una vida heroica participando en las guerras contra Ingleses (estuvo en el intento de toma de Gibraltar) y franceses en la guerras napoleónicas.