La represión a las dirigencias comunistas formó parte del contexto general de la represión al pueblo de Chile, pero estuvo específicamente relacionada con la actividad de resistencia que el Partido Comunista llevó a cabo desde el mismo año 1973. Se trató, por cierto, de una resistencia política, de un conjunto de esfuerzos por desbaratar los controles militares, por evadir la férrea represión que el régimen hizo de las comunicaciones, de la actividad pública, de las agrupaciones sociales, en cada hora del día y de la noche. El libro muestra cómo, en ese contexto extremadamente complejo y lleno de peligros, la orgánica comunista alcanzó los niveles básicos de recomposición de un tejido mínimo para vincular a las bases con las direcciones, para disponer las estructuras de seguridad y, a partir de ello, mantener encendida esa verdadera llama en el desierto que fue la decisión de crear un Frente Antifascista, realizada por la Dirección del partido. Corría 1975. No es una metáfora si se habla aquí de heroísmo. Dos años después, la escena era devastadora: una mayoría de esos dirigentes figuraba en los listados de las organizaciones de derechos humanos en condición de detenidos desaparecidos. Entre ambos momentos se libró un capítulo que hemos podido reconstruir, un trozo eterno de la historia de Chile, un testimonio sobre esos dirigentes, uno a uno, protagonistas de la lucha universal entre la razón y la barbarie.
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