Lo que, para las grandes superpotencias, era una cuestión de intereses geopolíticos, para los salvadoreños era una guerra despiadada. Hubo más de 80 mil muertos, centenares de miles de viviendas destruidas, más de un millón de refugiados, y la destrucción de la infraestructura. Pero detrás de esas estadísticas había gente de carne y hueso. Y esa gente, esos hombres, mujeres, ancianos y niños, protagonizaron no solo fieros combates, sino también historias de amor y solidaridad. La guerra saca a flote lo peor y lo mejor de los seres humanos, estos relatos recogen esas vivencias en Noviembre Sangriento.
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