Las plantas, al igual que cualquier otro ser vivo, requieren de un cuidado totalmente personalizado, incluso aquellas que pertenecen a la misma familia. Aunque existen normas generalizadas que nos permiten cuidar un amplio y variado jardín doméstico, no hay nada que pueda ser útil para todas, ni nada que pueda ser inofensivo para la mayoría. Incluso el agua, tan necesaria, vital y aparentemente inocua, puede arruinar por exceso algunas especies y a otras secarlas por defecto. Y eso mismo lo decimos para el sol, ese astro que puede hacer que una determinada planta adquiera el color de hoja más bello, mientras que unos cortos y minúsculos rayos pueden quemar a otra.
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