Hoy existe una ciencia nueva que se encarga de diferenciar y clasificar los lenguajes del refrán, del aforismo, de la metáfora, adagio, máxima, proverbio, apotegma, etc. Se trata, en cualquier caso, de hierbas de poca altura y bastante parecidas entre sí. A ese grupo habría que añadir la greguería creada por Ramón Gómez de la Serna. En general, la greguería es una expresión luminosa, intuitiva, sentenciosa. Consta de dos elementos: el poético, místico, humorista y el reflexivo e intelectual. A veces prevalece el uno y a veces el otro, pero nunca se deberían eliminar mutuamente. Los dos juntos terminan en una propuesta. Es como la mano y el guante, como el canto de un jilguero dentro de una jaula acorazada.
La greguería no se puede leer deprisa, sin desentrañarla. El lector se ve en la necesidad de preguntar y desconfiar, de sonreír o mofarse, de ver y no creer. Se escribe con mucha libertad, de acuerdo con varios tipos de asociaciones conceptuales e imaginativas, en vuelo de ave de rapiña, y así mismo tiene que ser leída. Su alcance último dependerá del lector. Sin esta intervención la greguería pasaría a ser otra cosa y eso ya habría que preguntárselo a la paremiología, esa flamante ciencia de las frases cortas.
¡Que las disfrutéis!
La greguería no se puede leer deprisa, sin desentrañarla. El lector se ve en la necesidad de preguntar y desconfiar, de sonreír o mofarse, de ver y no creer. Se escribe con mucha libertad, de acuerdo con varios tipos de asociaciones conceptuales e imaginativas, en vuelo de ave de rapiña, y así mismo tiene que ser leída. Su alcance último dependerá del lector. Sin esta intervención la greguería pasaría a ser otra cosa y eso ya habría que preguntárselo a la paremiología, esa flamante ciencia de las frases cortas.
¡Que las disfrutéis!