Las saetas no solo son las canciones que se cantan en semana santa, también lo son las flechas, que al atravesar el cielo, aquel que hay más allá del que ven nuestros ojos, nos lanzan con sus cánticos a esas otras realidades que hay más allá de la materia.
Siete relatos, siete historias, y muchas saetas. Aquellas que se lanzan como armas arrojadizas, por las bocas de sus protagonistas, cantinelas de supuestos cazadores, a veces cazados, a veces con sus insoportables culpas que intentan acallarlas. Las antiguas saetas perdonadas, al pasar el tiempo y comprender el motivo que llevó a dispararlas. Y las del ciego en busca de su lugar, en un hogar hostil, que afina el oído para escucharlas. También las del ladrón y las del malabarista que ha sido robado, en el reinado de un príncipe aún sin coronar, en la desnudez de su playa. Y aquellas que resuenan como rugidos, incluso en el motor de un coche que pasa raudo por nuestro lado, y que muestra a dos hermanos separados, que terminan unidos por las saetas que disparan sus sentimientos. Saetas invisibles disparadas al aire. Saetas.
Siete relatos, siete historias, y muchas saetas. Aquellas que se lanzan como armas arrojadizas, por las bocas de sus protagonistas, cantinelas de supuestos cazadores, a veces cazados, a veces con sus insoportables culpas que intentan acallarlas. Las antiguas saetas perdonadas, al pasar el tiempo y comprender el motivo que llevó a dispararlas. Y las del ciego en busca de su lugar, en un hogar hostil, que afina el oído para escucharlas. También las del ladrón y las del malabarista que ha sido robado, en el reinado de un príncipe aún sin coronar, en la desnudez de su playa. Y aquellas que resuenan como rugidos, incluso en el motor de un coche que pasa raudo por nuestro lado, y que muestra a dos hermanos separados, que terminan unidos por las saetas que disparan sus sentimientos. Saetas invisibles disparadas al aire. Saetas.