La frontera que separa el sueño de la realidad es un límite muy frágil. Es lo que experimentó Alicia cuando, por una bella tarde de verano, se quedó dormida y deslizó, lentamente, hacia el reino de los sueños.
Un conejo apresurado le llamó la atención. Lo acompañó en su carrera frenética y encontró situaciones, y personajes, muy raros, cuyos comportamientos humanos, sin embargo, describen muy bien esta normalidad loca que caracteriza tantos seres humanos. Alicia entendió, bastante rápidamente, que estas criaturas aparentemente normales eran muy salvajes y pesadas. De hecho, se dio cuenta de que la conciencia, calidad únicamente individual, hace que la gente actúe de manera civilizada, y cree, entonces, sociedades razonables.
Gracias a su sueño, la percepción difusa de su humanidad y de su razón se esclareció, lo que la llevó hacia la edad adulta.
Un conejo apresurado le llamó la atención. Lo acompañó en su carrera frenética y encontró situaciones, y personajes, muy raros, cuyos comportamientos humanos, sin embargo, describen muy bien esta normalidad loca que caracteriza tantos seres humanos. Alicia entendió, bastante rápidamente, que estas criaturas aparentemente normales eran muy salvajes y pesadas. De hecho, se dio cuenta de que la conciencia, calidad únicamente individual, hace que la gente actúe de manera civilizada, y cree, entonces, sociedades razonables.
Gracias a su sueño, la percepción difusa de su humanidad y de su razón se esclareció, lo que la llevó hacia la edad adulta.