Ramiro II (Santiago de Compostela ?, h. 898- León, 951) es un rey astur-leonés sugestivo por muchas razones. Sin estar destinado a portar la corona, accedió al trono de un modo accidental y violento, en parte debido a su ambición y astucia, en parte por causas ajenas a él mismo. Desarrolló una intensa actividad militar contra los moros del sur de España. Gran estratega, venció a las tropas califales de Córdoba en varias ocasiones gracias a su talento militar.
Fue un excelente organizador del reino y puso orden administrativo en el reino astur-leonés, que estaba comenzando a implantarse con fuertes raíces en el noroeste peninsular. Supo encontrar el equilibrio entre los distintos territorios de su reino, pero no dudó en castigar a los traidores.
Ramiro poseía unas firmes creencias religiosas cristianas, lo que le permitió afrontar los retos de su vida con energía y determinación. Sus contradicciones entre fe y razón, entre codicia y humildad, entre deseos y deberes eran frecuentes, pero las abordó con honestidad y humildad, lo que lo engrandece ante nosotros.
Esta novela recrea su vida, llena de azares inciertos y peligros constantes, con fidelidad a las grandes líneas de su biografía y con cierta neutralidad afectuosa por sus decisiones personales y políticas, a veces muy complicadas. Este acercamiento literario intenta penetrar en el alma de un hombre que vivió en el borde del precipicio, acosado por enemigos internos y externos, agobiado por las penurias materiales y por sus exigencias espirituales. Amó con intensidad, mató sin miramientos, perdonó cuando hubo menester y aceptó la penitencia y el fin de la vida como el final de un camino que recorrió con la certeza de haber cumplido con su deber.
Esta narración está escrita en un estilo ágil, incisivo y claro, cuida la trama y ofrece al lector una puerta de reflexión sobre la vida en la Edad Media en un entorno hostil, pero con la ilusión de un proyecto político de dudosa realización y la fe en un Dios que lo protegía y guiaba.
Fue un excelente organizador del reino y puso orden administrativo en el reino astur-leonés, que estaba comenzando a implantarse con fuertes raíces en el noroeste peninsular. Supo encontrar el equilibrio entre los distintos territorios de su reino, pero no dudó en castigar a los traidores.
Ramiro poseía unas firmes creencias religiosas cristianas, lo que le permitió afrontar los retos de su vida con energía y determinación. Sus contradicciones entre fe y razón, entre codicia y humildad, entre deseos y deberes eran frecuentes, pero las abordó con honestidad y humildad, lo que lo engrandece ante nosotros.
Esta novela recrea su vida, llena de azares inciertos y peligros constantes, con fidelidad a las grandes líneas de su biografía y con cierta neutralidad afectuosa por sus decisiones personales y políticas, a veces muy complicadas. Este acercamiento literario intenta penetrar en el alma de un hombre que vivió en el borde del precipicio, acosado por enemigos internos y externos, agobiado por las penurias materiales y por sus exigencias espirituales. Amó con intensidad, mató sin miramientos, perdonó cuando hubo menester y aceptó la penitencia y el fin de la vida como el final de un camino que recorrió con la certeza de haber cumplido con su deber.
Esta narración está escrita en un estilo ágil, incisivo y claro, cuida la trama y ofrece al lector una puerta de reflexión sobre la vida en la Edad Media en un entorno hostil, pero con la ilusión de un proyecto político de dudosa realización y la fe en un Dios que lo protegía y guiaba.