La escuela es un espacio de convivencia. Sin embargo, hablar de convivencia no significa hablar de ausencia de conflicto, sino de gestión positiva de la conflictividad. Para ello, es necesario un tratamiento de la identidad social que permita entender los problemas y generar identidad respetuosa hacia los demás. Es necesario compaginar actividades propiamente escolares con prácticas cuya finalidad sea la comprensión y la interiorización de los derechos humanos. Es ineludible una educación en valores a lo largo de la vida que contribuya a la formación de ciudadanos democráticos (profesorado, alumnado, familias y sociedad en general) y que abarque una formación en derechos humanos y para la ciudadanía. Por ello, la educación se convierte en el principal instrumento de movilidad social, que ayuda a superar barreras económicas y sociales y es generador de expectativas de futuro. Este monográfico pretende reflexionar acerca del enfoque que se está aplicando para el diseño y elaboración de un currículo destinado a aumentar la inteligencia social de los jóvenes y los mayores; de los colegios, institutos y universidades; de las familias, de las organizaciones y de las comunidades de todo el país.
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