¿Alguien se ha detenido a pensar en las personas que hay detrás de los diccionarios? ¿Se ha reparado en el hecho de que estos monumentos a la lengua los elaboran individuos con unas inquietudes especiales, una disposición del espíritu y una actitud ante la vida que, sorprendentemente, se reproducen de manera constante a lo largo de la historia? En La épica del diccionario, Francisco M. Carriscondo Esquivel trata de exponer estos rasgos característicos de los autores de diccionarios: su abnegación por el trabajo, su disciplina y pasión, su conciencia de empresa a largo plazo… Y todo, «simplemente», para crear inventarios de las palabras que, en definitiva, reflejan el pensar, el creer y el sentir de la sociedad que las usa. De este modo, de lo general a lo particular, y combinando erudición y divulgación, el autor de esta monografía describe la personalidad de los lexicógrafos, el ambiente en que trabajan, los principales problemas a que deben enfrentarse… y los aplica a los hitos de la historia de los diccionarios de lengua española del siglo XVIII, como son el Diccionario de autoridades (1726-39) de la recién creada por entonces Real Academia Española y el Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes (1786-88) de Esteban de Terreros y Pando. El análisis de estos autores y de sus obras sirve para mostrar cómo representan, mejor que nadie y que nada, la psique de los lexicógrafos y la monumentalidad de sus producciones, modelos para una cultura que siempre tiene su razón de ser en un idioma y al libro, en este caso el diccionario, como su depositaria.
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