En los albores de la Edad Media, un peculiar fraile intenta avanzar a través de praderas, bosques y montañas en dirección a Jerusalén. En su peregrinaje debe sortear todo tipo de riesgos y enfrentarse a demonios, dragones, vampiros, malandrines y gentes paganas y descreídas que, como hoy en día, acechan en cualquier villa o camino. El narrador nos cuenta su historia con la misma objetividad que podemos encontrar en la prensa diaria, sin concesiones a los poderosos, como bien sabemos. Pero en su caminar, san Ticoteo nos muestra además una religiosidad tolerante, que sólo envía a la hoguera a quien se lo merece, y a través de sus parábolas nos enseña que cualquier castigo del Señor se puede evitar con el sacrificio apropiado.
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