En 1993 decía en un artículo de la revista Chasqui: Tener la palabra significa tener el poder. Aparentemente incluso bajo regímenes autoritarios todos hablan. Pero ¿de qué habla el pueblo?, ¿a través de qué vías se expresa? Y recurriendo a Daniel Prieto Castillo agregaba: Existe una división social del poder decir, que consagra un orden social regido por las desigualdades.
Describía así una realidad que luego de veinte años no ha cambiado mucho. Durante estos últimas dos décadas he sido un observador de los procesos comunicacionales que se han dado en América Latina, particularmente en Ecuador y Uruguay. He sido investigador y docente en comunicación. Y además he trabajado en diferentes medios.
Este libro reúne artículos y ensayos que escribí en los últimos veinte años y, de cierta forma, nos ubican en temas y momentos importantes sobre la comunicación en nuestra región.
De aquellos años en que analizaba la cultura del silencio, la comunicación desde la vida cotidiana, los intereses de los grandes medios y su necesaria democratización; al 2010 que señalo la necesidad estratégica de Ecuador y los países de América Latina de transparentar los cables de Wikileaks, analizar y profundizar en su contenido y mi disposición de invitar a Julián Assange, a quien consideraba un perseguido político, mucho se ha debatido sobre la democratización de la comunicación en medio de transformaciones tecnológicas fundamentales. Sin embargo, a pesar de los avances, la democratización de la comunicación sigue siendo una tarea pendiente, y la comunicación sigue siendo una especie de “Arca de la Realidad” a la que no todos pueden ingresar.
En un momento que irrumpen con mucha fuerza la redes sociales y la comunicación personal se traslada a las computadoras, que surge con fuerza el debate sobre la libertad de expresión, que la comunicación política pasa a ser el centro de las gestiones gubernamentales y las campañas electorales, que se retoma el viejo debate ético sobre el acceso a la información, a partir de la divulgación de los cables diplomáticos por parte de Wikileaks y la persecución de Assange, este libro intenta ser un aporte para seguir democratizando la comunicación y continuar construyendo una comunicación para todos y todas, desde todos y todas, una comunicación propia desde América Latina.
Kintto Lucas
Enero de 2013
Describía así una realidad que luego de veinte años no ha cambiado mucho. Durante estos últimas dos décadas he sido un observador de los procesos comunicacionales que se han dado en América Latina, particularmente en Ecuador y Uruguay. He sido investigador y docente en comunicación. Y además he trabajado en diferentes medios.
Este libro reúne artículos y ensayos que escribí en los últimos veinte años y, de cierta forma, nos ubican en temas y momentos importantes sobre la comunicación en nuestra región.
De aquellos años en que analizaba la cultura del silencio, la comunicación desde la vida cotidiana, los intereses de los grandes medios y su necesaria democratización; al 2010 que señalo la necesidad estratégica de Ecuador y los países de América Latina de transparentar los cables de Wikileaks, analizar y profundizar en su contenido y mi disposición de invitar a Julián Assange, a quien consideraba un perseguido político, mucho se ha debatido sobre la democratización de la comunicación en medio de transformaciones tecnológicas fundamentales. Sin embargo, a pesar de los avances, la democratización de la comunicación sigue siendo una tarea pendiente, y la comunicación sigue siendo una especie de “Arca de la Realidad” a la que no todos pueden ingresar.
En un momento que irrumpen con mucha fuerza la redes sociales y la comunicación personal se traslada a las computadoras, que surge con fuerza el debate sobre la libertad de expresión, que la comunicación política pasa a ser el centro de las gestiones gubernamentales y las campañas electorales, que se retoma el viejo debate ético sobre el acceso a la información, a partir de la divulgación de los cables diplomáticos por parte de Wikileaks y la persecución de Assange, este libro intenta ser un aporte para seguir democratizando la comunicación y continuar construyendo una comunicación para todos y todas, desde todos y todas, una comunicación propia desde América Latina.
Kintto Lucas
Enero de 2013