Nada en la privilegiada vida de Sydney Hayward la había preparado para ponerse al mando del emporio familiar y enfrentarse a sus nuevas responsabilidades, no exentas de complicaciones. Y Mikhail Stanislaski era definitivamente la peor complicación de todas.
Mikhail consiguió que la atractiva mujer de negocios Sydney Hayward lo contratara para acometer las necesarias reformas del edificio en el que vivía en Nueva York y del que ella era propietaria. Y fue entonces cuando descubrió que los negocios pueden convertirse en placer.
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