Elena es una joven que ha tenido una infancia muy dura. Siendo niña perdió a sus padres en trágicas circunstancias y su tía la ingresó en un internado para que estudiase. La soledad ha sido una constante en su vida. Sólo Damián, el cura del internado, le ha proporcionado mucho afecto y cariño, le ha enseñado euskera y transmitido una conciencia nacionalista que definirá su personalidad.
Son los años setenta del siglo pasado y, a los diecinueve años, a punto de iniciar sus estudios universitarios en la Escuela de Ingenieros de Bilbao, abandona el internado y, al tener inquietudes políticas, comienza a militar en la organización terrorista ETA. Sin embargo, no está a gusto con los compañeros que le han tocado en suerte y decide abandonarlos por no convencerle cómo funcionan y por no respetar concienzudamente las normas de seguridad. Desea dar ese paso, para seguir militando con otra gente, pero ellos, al no saberlo, lo considerarán un abandono que no podrán tolerar.
Tiene un amante, Andrés, profesor de instituto, que está casado y enamorado de su mujer. Ella sabe que no tiene futuro con él, pero le compensa la relación.
En la reunión que tiene con sus compañeros el día que pretende informarles de su decisión de abandono, Oier, el responsable, les dice que hay un objetivo que deben eliminar. Se trata de Andrés, su amante, que, al ser hijo de un policía ya fallecido, piensan que es un chivato y un fascista. Deben hacer un seguimiento del objetivo para preparar el atentado. Elena dice que sabe quién es, que no es un fascista, sino un militante de PCE, y le responden que es una decisión de la dirección de la organización, pero que se estudiará lo dicho por ella. En consecuencia, Elena pospone su decisión de abandonarlos con el objetivo de hacer ver a sus compañeros el error que va a suponer llevar a cabo esa acción y así intentar salvar a su amante.
Realizados el seguimiento y los informes, el comando decide por mayoría la ejecución de su amante y Elena se ve obligada a contárselo todo a Andrés para que se ausente y pueda salvar la vida. Elena abandona el grupo a pesar de las amenazas. Andrés recurrirá a los amigos policías de su padre para que lo protejan y arreglen su traslado como funcionario de la enseñanza fuera de Euskadi. Para ello les enseña un anónimo que dice haber recibido y en el que alguien le informa de su próxima ejecución. El autor del anónimo dice que sabe que es un error, pero no ha podido evitarlo. La policía hará sus pesquisas y llegará hasta Elena.
Pero Elena se ha enamorado y vive con Juan, un joven que tiene un hermano gemelo refugiado en Francia y destacado militante de la organización. Piensa, asimismo, que su cuñado, así lo llama, podrá arreglar el asunto de Andrés, que ya se ha ausentado, aunque la visitará siempre que pueda.
La joven pronto se dará cuenta de que los gemelos son algo más que dos hermanos. Ambos militan en la organización, uno como legal y el otro como ilegal, y aprovecharán su enorme parecido físico para suplantarse siempre que puedan. ETA comienza una dura y sangrienta campaña de atentados que, en Vizcaya, es dirigida por ellos. Son decididos, duros, tercos, y muy buenos militantes y Elena, disgustada por verse apartada de las labores clandestinas, se verá metida en un maremágnum que la desbordará por la audacia de los gemelos y la presión policial que los neutralizará en parte. Entonces será ella la que comience a realizar trabajos muy comprometidos y causará admiración en su entorno precisamente en el momento de mayor riesgo.
La campaña de atentados de ETA que se narran en esta historia coincide en el tiempo con la que en realidad sucedió en el año 1975, con los Comandos Especiales (Komando Bereziak) entrenados por el FLN (Frente de Liberación Nacional) de Argelia. Fueron tan duros aquellos meses que el Gobierno del general Franco se vio obligado a decretar el estado de excepción.
Koldo Ruiz de Munain
Markaida
Son los años setenta del siglo pasado y, a los diecinueve años, a punto de iniciar sus estudios universitarios en la Escuela de Ingenieros de Bilbao, abandona el internado y, al tener inquietudes políticas, comienza a militar en la organización terrorista ETA. Sin embargo, no está a gusto con los compañeros que le han tocado en suerte y decide abandonarlos por no convencerle cómo funcionan y por no respetar concienzudamente las normas de seguridad. Desea dar ese paso, para seguir militando con otra gente, pero ellos, al no saberlo, lo considerarán un abandono que no podrán tolerar.
Tiene un amante, Andrés, profesor de instituto, que está casado y enamorado de su mujer. Ella sabe que no tiene futuro con él, pero le compensa la relación.
En la reunión que tiene con sus compañeros el día que pretende informarles de su decisión de abandono, Oier, el responsable, les dice que hay un objetivo que deben eliminar. Se trata de Andrés, su amante, que, al ser hijo de un policía ya fallecido, piensan que es un chivato y un fascista. Deben hacer un seguimiento del objetivo para preparar el atentado. Elena dice que sabe quién es, que no es un fascista, sino un militante de PCE, y le responden que es una decisión de la dirección de la organización, pero que se estudiará lo dicho por ella. En consecuencia, Elena pospone su decisión de abandonarlos con el objetivo de hacer ver a sus compañeros el error que va a suponer llevar a cabo esa acción y así intentar salvar a su amante.
Realizados el seguimiento y los informes, el comando decide por mayoría la ejecución de su amante y Elena se ve obligada a contárselo todo a Andrés para que se ausente y pueda salvar la vida. Elena abandona el grupo a pesar de las amenazas. Andrés recurrirá a los amigos policías de su padre para que lo protejan y arreglen su traslado como funcionario de la enseñanza fuera de Euskadi. Para ello les enseña un anónimo que dice haber recibido y en el que alguien le informa de su próxima ejecución. El autor del anónimo dice que sabe que es un error, pero no ha podido evitarlo. La policía hará sus pesquisas y llegará hasta Elena.
Pero Elena se ha enamorado y vive con Juan, un joven que tiene un hermano gemelo refugiado en Francia y destacado militante de la organización. Piensa, asimismo, que su cuñado, así lo llama, podrá arreglar el asunto de Andrés, que ya se ha ausentado, aunque la visitará siempre que pueda.
La joven pronto se dará cuenta de que los gemelos son algo más que dos hermanos. Ambos militan en la organización, uno como legal y el otro como ilegal, y aprovecharán su enorme parecido físico para suplantarse siempre que puedan. ETA comienza una dura y sangrienta campaña de atentados que, en Vizcaya, es dirigida por ellos. Son decididos, duros, tercos, y muy buenos militantes y Elena, disgustada por verse apartada de las labores clandestinas, se verá metida en un maremágnum que la desbordará por la audacia de los gemelos y la presión policial que los neutralizará en parte. Entonces será ella la que comience a realizar trabajos muy comprometidos y causará admiración en su entorno precisamente en el momento de mayor riesgo.
La campaña de atentados de ETA que se narran en esta historia coincide en el tiempo con la que en realidad sucedió en el año 1975, con los Comandos Especiales (Komando Bereziak) entrenados por el FLN (Frente de Liberación Nacional) de Argelia. Fueron tan duros aquellos meses que el Gobierno del general Franco se vio obligado a decretar el estado de excepción.
Koldo Ruiz de Munain
Markaida