Se ha dicho, con obvia razón, que los mayores pensadores del siglo XIX fueron quienes construyeron la imagen del mundo que tendrían los hombres del siglo XX. Tal es el caso de Nietzsche.
En Así habló Zaratustra el centro del mundo es, precisamente, el hombre mismo, y a su perfeccionamiento posible se dirige el autor, a través de su célebre postulado del logro de aquello que él denomina el “superhombre”. Esta instancia de superación de lo humano, tal cual había sido entendido hasta entonces, es avizorada por Nietzsche no como una consecuencia lógica de la evolución social y psicológica de la humanidad, sino como un imperativo de la conciencia que, al ser materia consciente de sí misma, forzosamente debe proponerse superarse, alcanzar un plus ultra al que la impulsa su misma condición de ser.
Este notable libro es un clásico de la filosofía moderna y una excelente prueba de que, lejos de haberse apagado el interés por la obra nietzscheana, hoy está más vigente que nunca.
En Así habló Zaratustra el centro del mundo es, precisamente, el hombre mismo, y a su perfeccionamiento posible se dirige el autor, a través de su célebre postulado del logro de aquello que él denomina el “superhombre”. Esta instancia de superación de lo humano, tal cual había sido entendido hasta entonces, es avizorada por Nietzsche no como una consecuencia lógica de la evolución social y psicológica de la humanidad, sino como un imperativo de la conciencia que, al ser materia consciente de sí misma, forzosamente debe proponerse superarse, alcanzar un plus ultra al que la impulsa su misma condición de ser.
Este notable libro es un clásico de la filosofía moderna y una excelente prueba de que, lejos de haberse apagado el interés por la obra nietzscheana, hoy está más vigente que nunca.