Nazario Luque Vera, de nombre artístico Nazario, llegó a Barcelona procedente de Sevilla en 1972 con un trabajo de maestro bajo el brazo y el firme propósito de dejarlo en cuanto pudiese ganarse la vida dibujando cómics. No tardó en abandonar el colegio, pero lo de vivir de los tebeos resultó un poco más complicado. El joven dibujante vivió en primera persona la Barcelona libertaria, contracultural y canalla de los últimos años del franquismo y los primeros de la transición: hippies, pisos compartidos, comunas, homosexualidad vivida sin complejos, chulos, tríos, garitos y tugurios, porros, ácidos, litros de alcohol y, sobre todo, aires de libertad. Nazario empezó a publicar sus cómics abiertamente gays en el fanzine El Rrollo Enmascarado; también en Star y El Víbora, y en la revista francesa Zinc. Era el momento álgido del underground, y el autor rememora sus encuentros, amistades y amores con variopintos personajes de aquellos años: Ocaña, Camilo, Alejandro la Tremenda, Mariscal, Barceló, Montesol, Pepichek, Onliyú, Pau Maragall, Marta Sentís, Manolito el loco, Alberto Cardín, Carme, Ana Seró, Eduardo Haro Ibars... Son éstas unas memorias escritas a corazón abierto, que hablan de juveniles exploraciones de nuevos territorios, de juergas legendarias, imaginación desbordante, transgresiones y provocaciones, pero también de hambre, de penurias y de picaresca. Y del lado oscuro: alcoholismo, enfermedades venéreas, sobredosis, psiquiátricos y la aparición del sida. Un testimonio valiosísimo de un momento irrepetible y de una Barcelona creativa, caradura y desmadrada que desapareció con el olimpismo, el diseño y el apoltronamiento. Un libro repleto de anécdotas jugosas, como la de aquella ilustración suya que acabó en la carátula de Take No Prisoners de Lou Reed sin que Nazario viera un duro ni se le reconociese la autoría.
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