Aunque su vida se desintegra paulatinamente ante sus ojos -ha fracasado como profesor y como padre, amén de ser abandonado por su mujer en favor de su mejor amigo-, Herzog se ve a sí mismo como un sobreviviente, tanto frente a sus desastres domésticos como al pasar de los años. Ocupa su tiempo escribiendo cartas que nunca serán enviadas, a amigos y enemigos, a colegas y a gente famosa, revelando con ironía sus percepciones del mundo que lo rodea, así como los secretos más profundos de su alma.
Saludado como uno de los libros más revelantes de la literatura anglosajona del siglo XX, Herzog catapultó a su autor a pedestales reservados, hasta ese momento, a autores como William Faulkner, Mark Twain o Ernest Hemingway, y le abrió las puertas para obtener el premio Nobel de Literatura.
Saludado como uno de los libros más revelantes de la literatura anglosajona del siglo XX, Herzog catapultó a su autor a pedestales reservados, hasta ese momento, a autores como William Faulkner, Mark Twain o Ernest Hemingway, y le abrió las puertas para obtener el premio Nobel de Literatura.