Mara Rivera tenía pánico a volar, el fin de sus vacaciones llegaba y estar sentada en aquel avión la estaba matando. Mantenía los ojos cerrados y a pesar de no saber quien era su compañero de asiento podía sentir el seductor aroma del perfume del hombre.
—¿Señorita, se encuentra bien?
Esas palabras cambiarían el rumbo de los dos en el futuro.
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